No en vano, el poema de Milton trataba, casi a modo de tragedia griega clásica pero pasada por un tamiz eminentemente occidental, temas como el origen del mundo (a través del relato de Adán y Eva) y la caída del hombre ante la tentación de Satán, con el propósito de justificar el errático comportamiento de Dios (y su permanente conflicto entre controlar y prever absolutamente todo o consentir el libre albedrío del ser humano), incorporando por el camino temas como el paganismo, el matrimonio, política… Para que os hagáis una idea, se publicó en una serie de diez libros, con un total de diez mil líneas en verso. Casi nada.
Confiaría más en esta película si no fuese porque desde hace un tiempo, Alex Proyas ha dejado de ser un creador (grandes tiempos los de “Dark City”, tiempos que quizás nunca vuelvan para él) para convertirse en un machaca de Hollywood: sus últimas pelis están bien rodadas, pero no consigo ver emoción o implicación real en ellas. Puedo perdonarle “Yo Robot” (más conocida como “El Príncipe de Bel Air contra los robots”), ya que esa la dirigió 20Th Century Fox en realidad. No puedo perdonarle “Señales del Futuro”, ya que esa, la dirigiera quien la dirigiera, es un bodrio. El tiempo dirá si de aquí logra sacar un producto interesante o una castaña.