Dorian Gray es el heredero de la fortuna que su padre ha dejado. Además es un joven apuesto y formal que tiene el mundo a sus pies. Y además, es también un hombre maldito. Bajo esa máscara de chico que nunca envejece se esconde un frío asesino que no dudará en acabar con todos los que intenten averiguar su secreto. Siempre joven, siempre maldito.
Que pena que el guión de ésta película excelentemente filmada, representada y ambientada no esté tan currado como el resto de aspectos por que, de lo contario, hablariamos de un auténtico peliculón. En cambio el film deja una sensación de «bluf», de agotamiento, de «ya sabemos lo que va a suceder aunque desconozcamos la historia».
Oliver Parker lidia solventemente la propuesta. El problema del ritmo no se si será culpa del guión o culpa suya por que en mucha parte del metraje las escenas están estiradas hasta que pasa algo. Dorian ve chica, Dorian quiere chica, Dorian se enrrolla con la chica y Dorian deja a la chica. Lo que en ocasiones se resume en 20 segundos a veces se eterniza.
No está mal el joven Ben Barnes para dar vida al protagonista. No es una actuación memorable pero no desentona. Bien secundado por los escelentes Colin Firth (como el amigo de pachangas), Rebecca Hall (como la belleza que tiene que caer a sus encantos) o Ben Chaplin (éste tío tendrá probablemente la filomgrafía más rara de la historia, lo digo porque me acabo de acordar de ASESINATO 1-2-3).
Buena música y buena ambientación pero el problema del guión es demasiado cantoso. Casi seguro bostezaréis si sois impacientes, pero es que tampoco hay mucho que contar. Dorian Gray tendrá que esperar mejor adaptación, ésta no pasa del aprobado raspado.