Shrek tiene morriña de los tiempos en los que se dedicaba a espantar a los aldeanos, cuando todos le tenían miedo y estaba solo en su apacible ciénaga… no como ahora, que Asno le molesta cada dos por tres, tiene que cuidar de Fiona y los niños y está inmerso en una terrible rutina. Harto de la situación firmará un pacto con Rumpelstilskin, un apacible negociador que le dará gato por liebre y cambiará el curso de las cosas. ¿Podrá el ogro salir de ésta?
Formula exprimida. Exprimidíiiiiisima me atrevería a decir. Me cuesta horrores recordar lo que sucedía en la tercera entrega de una saga en decadencia. La primera fue un soplo de aire fresco que puso el punto de partida a un cine entretenido para los más pequeños de la casa y para los más mayores. Si bien el cuento ya no daba para más, el as del Gato con Botas salvó la segunda entrega por lo que había que hacer la tercera. La cuarta ya era rizar el rizo.
Por que, en cierta manera, hay sensación de Deja Vú, que vale, que si, que Asno y el Gato son muy divertidos, que el Ogro tiene su gracia y hay, incluso, algún gag que otro que hace posible que el film se salve de la quema.
El problema es que uno esperaba más. Después de reirse tantísimo con las dos primeras entregas uno espera un contínuo de buenos gags, un film entretenido para todos. Y seguramente los más pequeños estén encantados pero los más mayores estarán ya cansados del ogro.
Muerta la franquicia habrá que ver si Dreamworks tiene algún nuevo As en la manga para rivalizar con Pixar en talento y gracia. Con COMO ENTRENAR A TU DRAGON lo lograron. De ésta más jugo, ya no se podía sacar.