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Buried (enterrado): maravillosa sensación de claustrofobia

Paul Conroy (Ryan Reynolds), padre de familia y contratista civil en Irak, es secuestrado y despierta enterrado vivo en un viejo ataúd de madera, teniendo en su poder únicamente un teléfono móvil y un mechero. El teléfono es el único medio para tratar de escapar de su agónica pesadilla. La cobertura precaria y la escasa batería son sus mortales enemigos en una carrera a vida o muerte contra el tiempo: sólo dispone de 90 minutos para lograr su rescate antes de que se le agote el oxígeno… Aclamado film español de suspense presentado en Sundance 2010, que levantó grandes colas y mucha expectación.

Disfrutad de sus estupendos títulos de créditos iniciales (deudores del gran Saul Bass y del cine de Alfred Hitchcock, de quien el director Rodrigo Cortés ha bebido mucho para crear este film), porque será vuestro último respiro de paz antes de que comience la pesadilla. Y es que “Buried” es de todo menos una película agradable: capaz de provocar taquicardias al más tranquilo, esta cinta no da tregua en ningun momento, ya que, durante los aproximadamente 90 minutos que dura, estaremos encerrados, junto con el protagonista (brillantísimo Ryan Reynolds en el papel del contratista civil Paul Conroy) dentro del ataúd.

Con una estupenda labor de fotografía de Eduard Grau (iluminar y fotografiar un ataúd a oscuras no debe de ser una tarea sencilla precisamente, menos aún conseguirlo manteniendo total visibilidad en las expresiones faciales del protagonista), una trepidante banda sonora cortesía del especialista Víctor Reyes (“Concursante”) y una brutal labor de dirección y edición por parte de Cortés reforzando en perfecta armonía el estupendo guión de Chris Sparling (desde esta película, un valor en alza) y la entregada interpretación de Reynolds (a quien pronto veremos dando vida a Linterna Verde), todo contribuye a que acabemos de los nervios al tiempo que deseamos con todas nuestras fuerzas que las peripecias de Paul y su Blackberry por lograr salir del ataúd no sean en vano.

Además, “Buried” funciona a la perfección, tanto como retrato descarnado de la guerra de Irak y de las consecuencias que ésta ha traído, tanto a los civiles iraquíes (que, habiendo perdido su trabajo de toda la vida, recurren a soluciones desesperadas para dar de comer a sus familias, cuando directamente los insurgentes no se radicalizan en extremo) como a los soldados y contratistas norteamericanos enviados a esa zona (pagan con su sangre los errores y las decisiones de la política exterior estadounidense), como crítica del feroz capitalismo que aplican las multinacionales y grandes empresas, que despersonalizan a sus empleados para poder jugar con ellos y con sus vidas como si de meros peones se tratasen, desentendiéndose de ellos en los momentos de necesidad).

Se le puede achacar un cierto bajón de ritmo hacia el último tercio del metraje, y que nunca llega a explotar del todo sus posibilidades ni a satisfacer totalmente las expectativas del espectador. Pero, dado que es una propuesta, no solo muy buena a nivel cualitativo (más aún teniendo en cuenta lo flojo de la cartelera en este periodo del año), sino fresca y novedosa, cuyo equipo ha conseguido llevar a cabo logrando que una premisa alocada y arriesgada como pocas funcione a las mil maravillas, solo puedo quitarme el sombrero ante Rodrigo Cortés y recomendaros el visionado de “Buried”. Lo pasaréis mal, ¡pero merece la pena!


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