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Wall street, el dinero nunca duerme: uno no se reforma solo pierde fuerza con el tiempo

Gordon Gekko sale de prisión tras más de quince años entre rejas y tribunales. A su salida nadie le espera, y ni su hija quiere saber nada de él. Ésta está saliendo con un prometedor corredor de bolsa, Jacob, al que, tarde o temprano, Gekko echará el guante. Si Jacob logra que su hija le perdone, Gekko le enseñará todo lo que sabe sobre el mundo de Wall Street. Pero Gekko oculta algún as en la manga.

La fuerza implacable con la que hace algunos años Oliver Stone realizaba sus films parece haberse disipado de alguna manera en el tiempo. El último film suyo que recuerdo disfrutable fue UN DOMINGO CUALQUIERA, dónde aún guardaba algo de inspiración, pero desde ALEJANDRO MAGNO no da señales de vida. Será, como dice el bueno de Carlito Brigante en ATRAPADO POR SU PASADO, que uno no se reforma, solo pierde fuerza con el tiempo.

Solo así se explica el final de tanto nivel de azúcar como el que se expone en este film. Porque, seamos sinceros, en sus veinte minutos finales Gekko, no es el Gordon Gekko de los 90. El Gordon Gekko de los 90 le habría importado un pimiento las consecuencias.

Hay escenas en las que Stone parece que vuelve a ser él: Jacob borracho en una fiesta, algún primer plano en la fiesta con el personaje de Brolin… lo de las burbujas está bien, pero es un recurso que al final acaba explotando Stone. Muéstralo una vez como metáfora de lo que sucede, vale. ¡Pero no más!

Así pues vemos a Douglas (al que siempre es un placer ver) disfrutando del personaje, fumando puros, asentado en lujosos hoteles… es decir, siendo el amo de la función. A su lado un Shia LaBeouf poco distinto del que vimos, por ejemplo, en LA CONSPIRACIÓN DEL PÁNICO. El chico de momento no termina de ser nada del otro mundo, pero solo por el empeño incipiente que le pone es suficiente como para salvar su papel con creces.

Una pena los anecdóticos papeles de Carey Mulligan (pelín desaprovechada), Susan Sarandon (tiene dos escenas) o Frank Langella. Solo Josh Brolin goza de minutos para hacer un papel interesante porque Stone no saca provecho del todo del cameo de Charlie Sheen. Lo que si merece un sobresaliente es la banda sonora.

El resultado del film es bueno, no se hunde en ningún momento y nunca deja de ser interesante. Pero es como el resto de las secuelas, inferior a su predecesora.


Crítica Film Affinity

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