Dos ancianitos de diferente origen social acaban de recibir malas noticias. Van a morir en breve. Así que hacen una lista con las cosas que deben hacer antes de abandonar este mundo. Uno de ellos resulta ser el propietario de media industria hospitalaria en EEUU por lo que costea un viaje por medio mundo, el otro decide tomarse las vacaciones como una liberación de su vida y recuperar el tiempo que invirtió en los demás.
¿Quién no tiene una de estas listas? Yo mismamente la hice el año pasado, si bien es cierto que cuando te queda vida por delante la cosa no corre tanta prisa. Tirarte en paracaídas, conducir un coche bonito, ver paisajes increíbles y ser más feliz suelen ser los puntos repetidos de esa lista para cualquier humano medio por lo que enseguida creas una simpatía hacia los dos viejecitos por muy cascarrabias o redichos que puedan llegar a ser.
Pero no es suficiente. La película cuenta con dos puntos muy fuertes: Morgan Freeman y Jack Nicholson. Pero se queda en eso. Dos dinosaurios de la interpretación que funcionan a la perfección con la dirección de Rob Reiner, antaño gran director de aventuras y películas con moraleja y moralina (cuanta conmigo o La Princesa Prometida), algo que parece que con el paso del tiempo no ha cambiado mucho.
El lastre de Ahora o Nunca es que tenemos muy recientes cientos de cintas que abordan el mismo tema mejor: Una historia Verdadera (Lynch) , Mi vida sin Mi (Coixet) o Vivir (Kurosawa) tratan la muerte cercana y sobre todo el deseo de recuperar la vida o remendar los errores como base de la narración y todas ellas lo hacen con bastante más acierto que Ahora o Nunca que cambia la personalísima mirada intimista por la pseudo comedia comercial que a veces incluso se hace pesada por la rimbombante lección de historia y los monólogos de Carter Chambers (Freeman) y la desmedida sonrisa de Edward Cole (Nicholson)
Sin duda la gente acudirá a ver al cine la película y algunos incluso disfrutarán de la edulcorada versión de Reiner aunque planearán sobre ella las maravillosas interpretaciones y el mismo contenido de otras de sus protagonistas como A Propósito De Schmidt o Paseando a Miss Daisy, de Nicholson y Freeman respectivamente y que también conservan cierta esencia sentimental sobre el paso del tiempo y la muerte cercana.
En general no merece más que un aprobado justito.
Ana Belén Pacheco