Es evidente que -cuando una Saga triunfa entre el público- los Grandes Estudios buscan fórmulas similares para quedarse con la mayor parte posible del pastel.
A Harry Potter le salieron primos por todas partes, a la Trilogía de El Señor de los Anillos tres cuartos de lo mismo, y así hasta un sinfín de títulos que (la mayoría de las veces), pasan con más pena que gloria sin apenas arañar el éxito de las Sagas en que se basan.
‘Soy el número cuatro’ busca sus referentes en el peor de los sitios, ya que mira directamente a la mediocre saga Crepúsculo, con las inevitables consecuencias que ello conlleva.
Un adolescente del montón se da cuenta de repente de su pertenencia a una especie alienígena que está siendo eliminada por otra, en riguroso orden. Como tres de sus congéneres ya han dado con sus huesos en la tumba, le toca a él defenderse.
La a priori adecuada premisa, la atmósfera que homenajea el cine de extraterrestres de los años ochenta y una factura cuidadosamente descuidada promete una cinta que,cuando menos,evadirá a la audiencia durante el metraje.
Sin embargo,a las primeras de cambio nos damos cuenta de lo envenenado que está el regalo pues ‘Soy el número cuatro’ es una suerte de refrito de la Saga Crepúsculo que, además, resulta tan sosa y mediocre como su hermana mayor.
Solo apta para adolescentes adictos a las Novelas de neuronas cero y la televisión que se engulle vía encefalograma plano, la cinta de D.J. Caruso (que pierde el poco crédito que le quedaba como Cineasta) se llena de adolescentes repeinados con inquietudes estúpidas,malos que dan lástima y un protagonista con los mismos registros dramáticos que un Clip de Playmobil.
A la espera de la siguiente entrega de los vampiros más sosos de la historia,la chiquillería puede darse por servida con esta hermana bastarda dispuesta a sacarle los euros a golpe de muy poca imaginación …y sobradas dosis de jeta.
Lo mejor: Que se acaba.
Lo peor: Que echemos tanto de menos a Gandalf , Frodo y Harry Potter.
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