John Lennon vive con sus tíos en Liverpool. Es un adolescente rebelde, curioso y energético marcado por la ausencia de su madre, que le abandonó a los cinco años. Cuando su tío fallece repentinamente, su madre aparece en el funeral. Sin saberlo, ella ha vivido todos estos años cerca de la casa de sus tíos. A partir de aquí, resurgen las heridas del pasado.
Basándose en las memorias escritas por la hermana de John Lennon, la artista Sam Taylor-Wood dirige su ópera prima sobre el artista. En un tono dramático, más que correcto, perfectamente ambientado.
Nunca es fácil dirigir un biopic (género cinematográfico que busca retratar, o mejor dicho, adaptar la vida de una persona real y explicar sus vivencias), y menos aún, si está centrado en una figura imprescindible de la música popular del Siglo XX. Pero, sin duda, con ‘Nowhere boy’ se ha logrado una pequeña obra maestra.
De excelente realización, buen ritmo y esforzadas interpretaciones.
Aaron Johnson puede no ser físicamente gemelo a Lennon, pero atrapa. Su talento, atractivo, pasión y chispa traviesa, tiznada de dolor, ganan la batalla a la semejanza.
Vital, auténtica, de ambientación musical y fotografía extraordinarias, que te transportan a la época.
Lo mejor: El realismo y musicalidad de la producción. Incita a bailar.
Lo peor: La breve e indirecta, aunque entendida, mención a The Beatles.