Álex es un niño de diez años fascinado por la violencia en la televisión y en los videojuegos.
Cuando su madre da a luz gemelos, Álex empieza a sentirse solo y desatendido, eclipsado por la llegada de sus nuevos hermanos. Traicionado y herido, consigue que su padre le recompense con algo que siempre había deseado: una televisión en su cuarto.
A través de la televisión, Álex descubrirá un nuevo mundo y se sentirá totalmente fascinado por todo lo que ve.Su creciente obsesión por las imágenes de guerra y destrucción cambiarán su vida y la de su familia.
No nos engañemos.Vivimos en un Mundo donde la información,tanto la buena como la mala,está al alcance de la mano.
Un toque de ratón,un canal del mando,un mensaje corto de un móvil de última generación puede significar la diferencia entre el control y el descontrol en la educación de los más jóvenes.
La globalización nos masacra con falsas y sectarias ideas de igualdad, y el esquema educativo tradicional se diluye entre unos límites cada vez menos claros,donde muy a menudo los Padres son perseguidos y demonizados por ejercer la Patria potestad,sintiendo cada vez más el intervencionismo de un Estado omnipresente.
El Director Christian Molina reflexiona sin tapujos sobre los nocivos efectos que tiene el aluvión de información sin filtrar que llega a nuestros jóvenes, consecuencia de la voracidad del estado como Educador a cualquier precio y la incapacidad o comodidad de los progenitores dejando que otros eduquen a sus hijos.
Continuamente los medios nos bombardean con contenidos para adultos en el mal llamado horario infantil tomando como base una errónea concepción de la Infancia que la dota de una mayor madurez e independencia que la que realmente atesora.
El niño es un lienzo en blanco, y qué se pinte en el depende de la educación que reciba en la Escuela,en la Sociedad y,especialmente,en casa.
Molina no cae en la moralina y deslocaliza el discurso, dejando claro que el descenso a los infiernos de el niño que quiere ser soldado (excelente interpretación de Fergus Riordan),puede pasarle a cualquiera, en cualquier familia y en cualquier lugar del Mundo Occidental.
‘De mayor quiero ser soldado’ no es solo una película de sólido guión y estupendas interpretaciones, donde podemos encontrar personajes extremos interpretados por sólidos secundarios como Danny Glover o Robert Englund. Su intención inequívoca es que reflexionemos sobre los peligros de permitir que los medios, los videojuegos y los discursos totalitarios de cualquier clase eduquen a nuestros hijos.
La independencia de la Globalización no significa que todos los demás tengan que hacer el trabajo por nosotros. La familia (tradicional o no ) es el bastión sobre el que se asienta la educación de los niños, y su implicación es imprescindible.
Sin duda una película comprometida y pedagógica, que sonrojará a más de uno y también enojará al que, sin quererlo, sea señalado con el dedo y se sienta forzosamente identificado, ya que siempre, siempre, de los mayores depende DAR EJEMPLO.
Lo mejor: Una lección honesta y descarnada sobre los peligros de la educación actual y el papel fundamental de los mayores como modelos de conducta.
Lo peor: Que se polemice sobre el cartel de la película,desoyendo el fondo en pos de la forma.