Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham), Yin Yang (Jet Li), Gunner Jensen (Dolph Lundgren), Toll Road (Randy Couture) y Hale Caesar (Terry Crews), con su miembro más reciente, Billy (Liam Hemsworth), se vuelven a reunir cuando Mr. Church (Bruce Willis) les encarga un trabajo sencillo y lucrativo. Pero las cosas se tuercen y uno de los miembros del grupo es brutalmente asesinado, lo que impulsa a los demás a buscar venganza, encontrando una amenaza inesperada: cinco toneladas de plutonio apto para uso militar, suficiente para cambiar el equilibrio de poder en el mundo.
Solo hay una forma de aproximarse a la nueva película de Simon West, que nos permitirá disfrutarla al máximo: entendiendo que estamos ante un sincero, artesanal, enérgico, vibrante y autoparódico homenaje al Cine de Acción de los años ochenta.
Stallone ha reunido a lo más granado de los Mamporreros Héroes de Acción que grabábamos en VHS, cuando aún se usaba el tracking para evitar que bailara la imagen.
Barney Ross y compañía son el reflejo de una Generación perdida de Actores y películas deslenguadas, políticamente incorrectas y muy divertidas. En ‘Los Mercenarios 2’ todo se desarrolla a ritmo de Rock, Explosiones y chascarrillos de viejas glorias hasta arriba de Esteroides y Bótox.
Ver en la misma pantalla a Bruce Willis, Chuck Norris, Stallone, Van Damme, Lundgren o Schwarzenegger, riéndose a mandíbula batiente de sí mismos pero, a la vez, reivindicándose como los amos del género, es un placer que vale el precio de la entrada.
Y (dentro de las limitaciones de un guión y unos personajes concebidos para la ocasión), ‘Los Mercenarios 2’ funciona a la perfección como vehículo de entretenimiento veraniego y supera en espectacularidad e incluso mimbres dramáticos a la primera entrega de la Saga.
Eso sí, que nadie se lleve a engaño y piense que estamos ante una Obra semejante a la Saga del Agente Bourne.
Ni Stallone ni el resto de sus malhablados amigotes quieren recitar a Shakespeare, torturar su alma ni meterse en intrincadas conspiraciones del Gobierno: quieren reventar las cabezas de los malos mientras se fuman un puro y presumen de lo anacrónicamente machos que son.
Como bien dice Sly en un momento de la cinta, sus planes son sencillos: ¡buscarlos, encontrarlos y matarlos!
Y si, entretanto, nos regalan chispeantes diálogos herederos del Spaghetti Western (atentos al momentazo en que les preguntan de qué nacionalidad son, la aparición de Chuck Norris o el viajecito en Smart de Willis y Schwarzenegger), Hostias como Panes y Sangre por todas partes, mejor que mejor.
Al finalizar la película estamos deseando que los rumores sean ciertos y en la tercera entrega se unan a la fiesta los Eastwood, Ford y Cage, dispuestos a hacer tragar plomo a todo bicho viviente, fumarse los puros más grandes del mundo y pegar primero, y preguntar si les apetece.
Lo mejor: Una película Honesta y Sincera. Y divertida, muy divertida.
Lo peor: A veces la parodia se pasa de rosca.