Douglas Quaid es un obrero que lleva una vida monótona, carente de emociones junto a su bella esposa Lori. Tras ver un anuncio, acude a Rekall, una empresa que implanta recuerdos en la mente, según los deseos del cliente. Quaid quiere ser un super espía. Al despertar, es Houser, uno de los hombres más buscados por la policía, que apoya a los rebeldes de Marte junto a su amada Melina. Mientras intenta salvar al planeta tiene que dilucidar cuál es su verdadera identidad: Quaid o Houser.
En primer lugar, dejemos las cosas claras: el ‘Desafío total’, de Paul Verhoeven -que descansa en el inconsciente de la inmensa mayoría de los fans-, no es (en absoluto), fidedigno para con el relato de Philip K.Dick en el que está basado. Pese a ser una gran cinta de acción con grandes dosis de comedia, la cinta de Verhoeven tomó caminos muy diferentes.
Dicho esto: ha supuesto una grata sorpresa este ‘no remake’ de ‘Desafío total’, donde Len Wiseman plantea una aventura mucho más fiel al Relato original, dentro de un futuro Apocalíptico claramente influenciado por ‘Blade Runner’.
Wiseman balancea bien el Relato, regalándonos altas dosis de cine de acción que nos mantienen pegados a la Silla, pero también momentos donde desarrollar las desventuras de Douglas Quaid (Colin Farell parece haber adquirido con los años la madurez interpretativa que tanto necesitaba) creíble en sus dos facetas.
Por si esto fuera poco (salvando la tontería de un Reino Unido regente del Planeta), resulta bastante creíble y cada vez más cercano ese mundo donde el Gobierno de turno induce atentados terroristas y estratagemas varias para mantener el Statu Quo, y agrandar aún más las diferencias entre Pobres y Asquerosamente Ricos.
La eterna presencia del Gris, los lóbregos y lluviosos ambientes y la certeza de que el futuro no será un camino de rosas impregna la película, que (no obstante) apenas posee uno o dos conceptos propios (Wiseman no crea, copia –muy bien, eso sí- a otros Maestros como Ridley Scott), pero sabe beber de los demás como un alumno aventajado.
Así planteada, si está justificada una nueva versión del clásico de Verhoeven.
Tampoco son todo luces: se echa de menos una definición de personajes que no de cierta risa (las dos protagonistas femeninas, bellísimas, no pintan nada), ni tampoco se explota el más que solvente reparto de secundarios de lujo (tiene a Bill Nighy y Bryan Cranston, señor Wiseman, seguro que puede hacerlo mejor), instalando en el tópico a todos los perseguidores y amigos de Quaid.
Pero el final es lo que queda y, cuando las luces se encienden, hemos pasado un buen rato, disfrutando una película de acción impecable, fiel al espíritu del original y con los suficientes elementos a favor para valer el precio de la entrada.
Con los mediocres tiempos que corren, no es poco ¿verdad?.
Lo mejor: Philip K. Dick sí está presente en este ‘Desafío total’.
Lo peor: Salvo el protagonista, el resto de Personajes están poco trabajados.