En 1979, la embajada de los Estados Unidos en Teherán fue ocupada por un grupo de iraníes; la CIA y Canadá organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses. Con este fin se recurrió a un experto y se preparó el escenario para el rodaje de una película (‘Argo’), en la que participaba un equipo de cazatalentos de Hollywood.
Que Ben Affleck no es una cabeza hueca, lo sabíamos hace tiempo. Por muchos rumores sobre la autoría real del Libreto, ‘El Indomable Will Hunting’ (que escribió junto a su amigo Matt Damon), confirmó que tenía mucho que decir al otro lado de las cámaras.
Si ‘Adiós pequeña, adiós’ resultó un comienzo refrescante y ‘The Town: Ciudad de Ladrones’, una contundente confirmación, ‘Argo’ deja clara una cosa: el Ben Affleck Director ha llegado para quedarse.
‘Argo’ puede presumir de ser un thriller sin fisuras ni florituras, donde –además- la excelente factura del producto convive a la perfección con un elenco (casi) en estado de gracia, con secundarios de lujo como John Goodman y un inmenso Alan Arkin.
Pero, además, la enorme peripecia del Rescate se riega con altas dosis de humor inteligente, donde no faltan las críticas a los tejemanejes e intrigas propias de la CIA y las cloacas de Hollywood.
Solo hay dos peros que le quitan el sobresaliente a ‘Argo’: Ben Affleck es mucho mejor Director que actor y, lo que funcionó muy bien en ‘The Town’, no lo hace aquí. Su papel de sufrido Padre que quiere volver a recomponer una familia rota, se resuelve a golpes de carita de cordero degollado, desentonando con el resto de la cinta.
Por último, el clímax (pese a su indudable perfección técnica y el dominio que Affleck demuestra dosificándolo), adolece de cierto tufillo a patriótico cuento de hadas, héroes y heroínas, donde lo malos están muy claros que, de nuevo, no cuaja con cómo nos ha contado el resto de la historia.
Pero al final, ‘Argo’ tiene en su haber una ingente cantidad de virtudes que valen de sobra el precio de la entrada.
Enhorabuena, señor Affleck. Como Director, lleva tres de tres.
Lo mejor: La gravedad de la historia no se pierde pese a las dosis de humor del bueno.
Lo peor: El Ben Affleck actor (eso sí, sin alarmismos), patina en los peores momentos.