Taylor (Jake Gyllenhaal) y Zavala (Michael Peña), dos agentes de policía y amigos que patrullan las calles de Los Ángeles, tendrán que afrontar un gran reto cuando se convierten en el objetivo de una peligrosa banda de narcotraficantes que han puesto precio a su cabeza.
Estamos ante la mejor película de policías del 2012, y una de las mejores de este joven Siglo XXI.
‘Sin tregua’ plantea, cámara en mano, el día a día de dos policías y hermanos de sangre. Taylor y Zavala (extraordinarios Jake Gyllenhaal y Michael Peña, que regalan dos interpretaciones formidables y repletas de química) se enfrentan a lo peor de Los Ángeles, la que no aparece en las Postales.
La película, escrita y dirigida por David Ayer explora lo que la televisión americana lleva años contando con poca fortuna en Realitys como ‘Cops’ o el delirante ‘Steven Seagal: Lawman’.
En ‘Sin tregua’, el rigor marca el tono: la sensación de peligro real sí está presente, envolviéndonos desde el primer fotograma. Desgranando pequeñas dosis de sensaciones hasta el gran clímax final.
Taylor y Zavala están vivos, podemos sentirlos e identificarnos con ellos. No son héroes, ni ejemplos. Pese a la propensión hacia el cliché del Libreto (a nivel literario, no cuenta nada que no hayamos visto antes) David Ayer se las ingenia para filmar su cinta de forma genuina, agotando todas las posibilidades que ofrece el vídeo doméstico y sumergiéndonos hasta la extenuación en las peripecias de los dos policías.
‘Sin tregua’ es una montaña rusa, donde la acción aparece como un ciclón: visceral, directa, sin efectismos vacíos; pero también se detiene el tiempo suficiente para explorar la naturaleza humana y familiar de Taylor y Zavala con humor y musculada ternura.
Cuando llegamos al clímax, nuestra implicación es total. Queremos saber qué pasará con esta pareja, con su familia y con el día a día del Departamento de Policía de los Ángeles.
David Ayer consigue una película de acción redonda, y también un ejemplo de Cine de Autor que no aburre a las ovejas.
Lo mejor: La puesta en escena y la pareja protagonista.
Lo peor: Se la ve venir a kilómetros.
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