Mike y Sulley son dos simpáticos monstruos que quieren encaminar su vida profesional a la industria de meter miedo al personal. Ambos saben que si quieren convertirse en los mejores Asustadores tienen que formarse en Monstruos University. Cuando se conocen, no se soportan el uno al otro. Desde el principio, se establece una enorme competitividad entre ellos, lo que les lleva a ser expulsados del centro. Sin embargo, para volver, deciden unir fuerzas junto a un grupo de monstruos inadaptados.
Primero, lo obvio: Pixar ya no es lo que era. La factoría parece haberse acomodado en lo más alto, consciente de su nombre y su poder, y decidida a no asumir riesgos innecesarios.
‘Monstruos University’ lleva la diversión como seña. La cinta de Dan Scanlon rescata a Mike y Sulley para mostrarnos sus experiencias universitarias de nerds en busca de la grandeza, en un claro homenaje a todas las películas de este género que en Estados Unidos son una institución.
‘Monstruos University’, en sí misma, es un tremendo tópico. Todo lo que ocurre es lo que uno espera, lo que lleva grabado en su inconsciente cinematográfico desde los tiempos de John Belushi.
Pero Pixar, incluso a medio gas, es capaz de dar un contagioso punto extra que los demás no dan. Establecido el contexto, la belleza plástica e hiperrealista de sus imágenes encandilará a los más pequeños, mientras los adultos nos llevamos una dosis masiva de aventuras, acertados chistes y guiños y más guiños que nos llevarán a tiempos pretéritos a golpe de sonrisas, risas y carcajadas.
Y eso no es todo: Randy Newman firma una Banda Sonora que solo puede calificarse de maravillosa, imprescindible para cualquier amante de la buena música.
Mención especial para José Mota y Santiago Segura que, en el doblaje patrio, lo dan todo y se encuentran muy cómodos en sus papeles.
Y, antes de la función, disfrutaremos del magnífico cortometraje ‘The blue umbrella’, otra pieza más del majestuoso rompecabezas de perlas cortas que Pixar regala a la Audiencia.
Como precuela de la magnífica ‘Monstruos S.A.’, este paso por la Universidad, no tiene precio.
Lo mejor: la diversión es contagiosa.
Lo peor: la originalidad brilla por su ausencia.
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