Cecil Gaines (Forest Whitaker) es un joven que escapa de la vida dura del Sur de EEUU en una plantación. En el camino aprende a trabajar sirviendo a los blancos, y termina trabajando como mayordomo en la Casa Blanca. Allí es testigo de la Historia de su país y del paso por el poder de ocho presidentes norteamericanos, mientras surge y se desarrolla el movimiento por los derechos civiles. Paralelamente, su trabajo le aleja de su mujer (Ophra Winfrey) y crea conflictos con su hijo mayor (David Oyelowo).
La idea de un personaje que es testigo accidental de los hechos históricos más importantes de la historia de su país ya la vimos en ‘Forrest Gump’, por ejemplo. Y sobre el tema de los derechos civiles y el racismo, tenemos películas como ‘Arde Missisippi’, ‘En el calor de la noche’, ‘El color púrpura’ o ‘Adivina quien viene esta noche’. Y ‘El mayordomo’ no está a la altura de todas ellas.
La película de Lee Daniels parece una serie de varios episodios contada en dos horas. El resultado es muy irregular: hay buenos momentos junto a otros anodinos; saltos en el tiempo sin explicación; conceptos que se quedan en el aire o se confunden con otros (por ejemplo, cuando se mezcla a Poder Negro con los Panteras Negras); un ritmo a veces demasiado lento, y en otros momentos muy acelerado. No hay una secuencia de escenas coherente en muchas ocasiones.
El desfile de actores famosos (y buenos) es constante, aunque por la propia naturaleza del guión, en general desaprovechados. A destacar Alan Rickman y Vanessa Redgrave, que aprovechan sus breves apariciones para componer unos personajes extraordinarios. Forest Whitaker interpreta un Cecil Gaines sensacional, en el papel del “negro de la casa”; Oprah Winfrey y David Oyelowo hacen un trabajo correcto como la esposa y el hijo de Gaines; pero hay un difícil equilibrio, que el director y guionista no acaban de resolver, entre el relato de la familia y los personajes, y la historia alrededor de los mismos. Esto hace que sea a veces más importante lo que sucede alrededor de los personajes que los personajes mismos, lo cual nos da una sensación de sensiblería, más que de sensibilidad, y de guión impostado. Con el final de la película, Daniels consigue construir un buen momento épico, por lo que nos vamos con buen sabor de boca, a pesar de todo.
En conclusión, una historia del tipo que gusta en EEUU, por lo que tendrá nominaciones a los Oscar.
Sin embargo, parte de un enfoque erróneo, lo que propicia un resultado irregular, como el propio guión, con unos pocos momentos memorables y mucha inconsistencia en la mayoría. Aun así, los aficionados a la historia americana o los derechos civiles la van a disfrutar igualmente.
Lo mejor: la interpretación de Forest Whitaker, el final de la película, y el recorrido por la historia de la lucha por los derechos civiles en EEUU.
Lo peor: no se puede pretender hacer con solvencia una serie documental en dos horas.