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‘Malavita’: un viaje hacia ninguna parte

Malavita

Fred Blake, de nombre real Giovanni Manzoni (Robert De Niro), ha tenido que trasladarse otra vez con su esposa (Michelle Pfeiffer) y sus hijos (Dianna Agron y John D´Leo) a Normandía, bajo el programa de protección de testigos del FBI, por haber delatado a sus antiguos compañeros. Aunque tratan de adaptarse a su nueva residencia y no llamar la atención, su forma de vida les lleva a utilizar viejos métodos para solucionar sus problemas. Basada en el libro ‘Badfellas’, de Tonino Benacquista.

‘Saber cuánto vale tu vida es como saber cuándo vas a morir’.

Con esta frase comienza la película, que trata de la vida errante de un jefe mafioso que en el fondo es un viaje a ninguna parte, cada poco tiempo cambiando de ciudad y sin saber cuál será la siguiente. Y la película es así. La primera mitad es algo deslavazada, parece que va a ser una comedia, pero tiene escenas terribles de violencia. Uno no sabe si está viendo una comedia un tanto peculiar, o un film de la mafia, o una película de Tarantino o Robert Rodríguez.

En la segunda mitad, ‘Malavita’ pega un salto y arranca definitivamente, hasta llegar a un final bastante logrado. Si nos la tomamos a broma, que es lo que hay que hacer. Resulta a veces excesiva, a veces infantil, incluso arranca alguna sonrisa. Hay secuencias muy logradas, como la de la gaceta, o el cineforum en el que se proyecta ‘Uno de los nuestros’. Pero el desarrollo es muy irregular, y, sinceramente, no da para ciento once minutos. El uso de la banda sonora acentúa esa irregularidad, ayudando a desencajar escenas; no ayuda a la transición entre comedia y drama, sino todo lo contrario.

Está claro que Luc Besson es un director bastante peculiar. Muy habitual que se pierda entre géneros, que es lo que vuelve a pasar aquí. ‘León el profesional’ (1994), seguramente su mejor obra como director, es la que menos define su propio estilo. Ha dirigido films dignos de ser olvidados, pero asimismo ha participado en películas bastante estimables, ya sea como productor (‘Los tres entierros de Melquiades Estrada’, 2005), o como guionista (‘Venganza’, 2008).

La película se salva por los actores. Robert de Niro está muy bien en un papel que ya forma parte de él. Muy bueno el guiño que le hacen proyectando ‘Uno de los nuestros’ (recordemos además que Martin Scorsesse es productor ejecutivo en ‘Malavita’). Michelle Pfeiffer está muy divertida, hace un personaje delicioso; John D’Leo y Dianna Agron interpretan muy bien sus respectivos papeles, aunque a ésta última se puede decir que la hacen repetir el papel bipolar de la serie ‘Glee’. Tommy Lee Jones, sin embargo, sale con el piloto automático puesto.

La relación entre los personajes familiares podría ser bastante más profunda, pero la pretensión de Luc Besson es entretener, y más que desarrollarlos, lo que hace es resaltar el comportamiento violento que la familia interioriza como un modo de vida. En este sentido, la actuación de los personajes es sólida y contundente.

En resumen, una película muy irregular, divertida a ratos, construida por bloques, y para no ser tomada demasiado en serio. Es Luc Besson, para lo bueno y lo malo.

Lo mejor: la actuación de los cuatro protagonistas principales.

Lo peor: el director crea un producto fácilmente olvidable.

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