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‘Monuments Men’: mucho arte y poca gracia

Monuments Men

Enero 1945, los aliados avanzan hacia Berlín. La derrota del III Reich es inminente y el führer Adolf Hitler ordena a sus soldados que resistan hasta el final. En este contexto, el presidente norteamericano Rooselvelt crea un Programa de Monumentos, Arte y Archivos, en el que un grupo de historiadores, arquitectos, directores de museos y restauradores se adentran en territorio bélico para rescatar las obras de arte, robadas por los nazis a su paso por los países ocupados y evitar su destrucción.

En ocasiones tenerlo todo a favor no es suficiente. El George Clooney Director puede vanagloriarse de alumbrar estimables películas como ‘Buenas noches y buena suerte’ o ‘Los idus de marzo’.

Pero toda carrera tiene sus baches.

‘Monuments Men’ tiene todos los ingredientes necesarios para ser memorable: un reparto excepcional, cuidada producción, Alexandre Desplat a cargo de la banda sonora y Grant Heslov y el propio Clooney ocupándose del Libreto.

¿Qué puede salir mal? se preguntarán. Durante los créditos iniciales y la presentación de los personajes la cinta resulta tan agradable que incluso llegamos a pensar que estamos ante algo tan grande como las obras de Arte que estos atípicos héroes pretender preservar de los malnacidos Nazis.

Pero en cuanto el carisma del solvente elenco deja de ser suficiente y los improvisados soldados salen del campo de instrucción, ‘Monuments Men’ se convierte en una cinta plomiza y anticlimática.

Tiene poca gracia para resultar cómica, demasiados personajes (y un exceso del amigo Clooney) apenas dibujados como para que nos preocupemos por sus destinos, y acción complaciente y carente de garra.

Por si esto fuera poco, es probable que estemos ante la película peor montada en lo que va de año, llena de altibajos que hacen un flaco favor a todos los momentos en los que deberíamos mordernos las uñas.

Para cuando la aventura de este comando (existente en el mundo real y bastante improbable en su recreación cinematográfica) llega a su fin, nos importan muy poco los que vuelven a casa y (también) los que se quedaron en el camino.

Mucho y muy bonito arte pero… ¿dónde está la gracia?

Lo mejor: la banda sonora del siempre magnífico Alexandre Desplat.

Lo peor: no sabe qué película quiere ser.

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