El séptimo arte comienza su camino junto a los hermanos Lumiere, desarrollando poco a poco un lenguaje propio, basado en la imagen y de cómo se construye ésta. Por este motivo, el montaje cinematográfico es el pilar fundamental del cine.
Georges Mélies y Segundo de Chomón habían usado el paso de la manivela para crear historias a través de fotogramas, dando lugar a imágenes lineales sin narratividad. La carencia de narratividad se solucionó con la aparición del montaje, entendiéndolo como la manera de ordenar planos y secuencias. A lo largo de este proceso, se van a suprimir algunos planos, otros se cambian de orden o bien se modifica su ritmo, para al final unirlo según el sentido lógico del guión. De esta manera, el cine va a trasmitir un mensaje u otro al espectador.
El montaje tiene su origen a principios del siglo XX, con las aportaciones de la Escuela de Brighton y Edwin S. Porter.
La Escuela de Brighton es un grupo de cineastas ingleses, muchos de ellos anteriormente fotógrafos, qué basándose en el trabajo de personajes como Mélies, introducen la narratividad en el cine. Ya no hablaríamos de relatos lineales, sino que aportan movilidad usando diferentes recursos cómo por ejemplo, las tomas desde diferentes puntos de vista. Es un cine menos estático, donde aparecen diferentes decorados y escenas al aire libre, con personajes que se mueven en toda la profundidad de la escena. A la vez, se usan planos generales interrumpidos por otros más cortos. Entre los componentes de esta escuela, encontramos nombres como James A. Williamson, Alfred Darlin y George Albert Smith.
James A. Williamson es el responsable de ‘Ataque a una misión china’, uno de los títulos claves que vieron nacer el lenguaje cinematográfico en el año 1900. En tan sólo cinco minutos, nos presenta la narración de un único acontecimiento a través de una serie de secuencias fragmentadas. Cuando miramos a la pantalla, no vemos escenas teatrales como las de ‘Viaje a la Luna’, sino que prima la realidad, usando elementos como los primeros movimientos de cámara en las escenas de persecución, además ya se trabaja con el plano y el contraplano.
El trabajo realizado por este grupo de cineastas, fue la base de la que partió Edwin S. Porter pero éste, quiso ir más allá en la búsqueda de la narratividad. Montó por separado toda una serie de secuencias reales e imágenes de archivos de accidentes, incendios y bomberos hasta llevar a cabo ‘Vida de un bombero americano’ (1903).
Las bases del montaje cinematográfico se asientan en este momento, pero su camino sólo acaba de empezar.