Dallas, años 80. Henry Woodrof compatibiliza su vida como electricista y cowboy de rodeo con las drogas, el alcohol y el sexo sin protección. Repentinamente, se le diagnostica SIDA y le dan 30 días de vida. Woodrof no acepta su destino así que viaja a México para probar tratamientos experimentales. Junto a otro paciente transexual y la doctora Eva Saks, monta un Club de Compradores para suministrar medicamentos anti-virales, no comercializados en los Estados Unidos, a los seropositivos.
Ya es una realidad: Matthew McConaughey ha decidido colgarse unos cuantos galones y dejar a todo el mundo boquiabierto, dejando salir el gran actor que lleva dentro y del que, durante años, solo hemos visto coletazos.
Con ‘Mud’, ‘El Lobo de Wall Street’, la magnífica Serie ‘True detective’ y, como colofón ‘Dallas buyers club’, McConaughey ha dejado atrás el marcado de pectorales y la sonrisa colgate.
Alejada de otros dramones directos al Oscar (recuerda a historias de superación como ‘Erin Brokovich’, ‘Philadelphia’ o ‘Una mente maravillosa’), aunque con todos los alicientes de éstos, la película de Jean-Marc Vallée comienza con una impactante escena que atrapa nuestro interés y nos pone delante de un tipo autodestructivo y despreciable que, al encontrarse con 30 días de vida por delante tras ser diagnosticado con SIDA, decide luchar para sobrevivir, a cualquier precio.
Vallée, McConaughey, Jared Leto y, también, la recuperada Jennifer Garner no buscan la piedad del espectador, ni que éste llore a moco tendido por el destino de Woodrof y su amigo transexual. La historia, pese a estar plagada de escenas desgarradoras donde los actores se ganan el sueldo, que tanto gustan a la Academia, mantiene los pies en el suelo, alejada de la lágrima fácil de un telefilme de sobremesa y tantas otras cintas de similares cimientos que ya han sido galardonadas.
El antihéroe de McConaughey es un auténtico desalmado, que no habría movido un solo dedo por los demás si su vida no dependiera de ello. En su enconada lucha por preservarse recupera un poco de humanidad, pero no se engañen: a ratos desearán que muera cuanto antes, y ahí radica la diferencia entre ‘Dallas buyers club’, y otros dramas donde los perdedores se convierten en héroes que encuentran, de paso, la redención.
Actores en estado de gracia, una historia interesante bien contada y todos los alicientes para ganar uno o más premios Oscar sin recurrir a la fórmula manida de volver maravilloso a un hijo de la gran perra… ¿qué más quieren?
Lo mejor: McConaughey y Leto.
Lo peor: que no descubriéramos antes lo mejor de su protagonista.