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‘Transcendence’: ¿dónde está Wally?

Transcendence

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El fascinante campo de la inteligencia artificial tiene a su máximo exponente en la figura del ilustre científico Dr. Will Caster. Su último trabajo consiste en la creación de una computadora que albergue todo el saber conocido junto a la implantación de todas las emociones humanas posibles. Evidentemente, el jugar a ser Dios le convierte en el objetivo de grupos de extremistas anti-tecnológicos. Mientras, su esposa Evelyn y su ayudante Max empiezan a pensar que está yendo demasiado lejos.

Que Wally Pfister es un gran Director de fotografía está fuera de toda duda, y no solo por estar avalado con un Oscar de la Academia. La filmografía de Christopher Nolan no sería la misma sin su colaboración, de la que ambos llevan retroalimentándose desde ‘Memento’.

Bajo la alargada sombra del inventor contemporáneo del Blockbuster sesudo y manierista, Pfister ha desarrollado su carrera, que por fin culmina con ‘Transcendence’, donde asume las labores de dirección, con escaso éxito.

Lo cierto es que ‘Transcendence’ parece una película de Christopher Nolan: un thriller tecnológico cargado de significado, que fabula sobre los límites de la tecnología y el ser humano, dispuesto a afrontar nuevos planos de existencia, a transcender. También una historia de amor y dolor, con personajes poliédricos enfrentados a enigmas más grandes que la vida misma.

El armazón está ahí,  pero cuando el capitán de la nave y su segundo no saben a qué puerto quieren llevarla, lo más probable es perderse en el vasto océano.

En ‘Transcendence’, Wally Pfister pierde a Wally Pfister. La fotografía, aunque aproximada a la suya y con algunos momentazos visuales, corre a cargo de Jess Hall, que también se dedica a imitar.

Como director, Pfister no existe. Ha aprendido las bases de su mentor y se dedica a usar la fórmula Nolan, pero muy pronto vemos que el guión no acompaña a las grandes pretensiones del relato, ni tampoco los desnortados protagonistas. Rebeca Hall , Paul Bettany y Morgan Freeman siguen siendo grandes intérpretes, pero no saben de qué van sus personajes.

Johnny Depp, si conoce al Doctor Will Caster, parece importarle un pimiento, en su enésima interpretación desganada que parece decir «yo sigo haciendo películas en piloto automático mientras me preparan la Perla Negra». Una verdadera lástima que cuatro aventuras bucaneras arruinen la carrera (artística, al menos) de un tipo irrepetible.

Al final, una historia transcendente que daría para horas y horas de conversación tras la película, se convierte en un tecnogalimatías mezclado con una historia de amor imposible entre dos sosainas.

En su siguiente película, veremos si Pfister encuentra a Wally.

Lo mejor: aislados momentos visuales y el potencial de su mensaje.

Lo peor: pretende ser lo que (ni de lejos) es.

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