Ewa y su hermana Magda dejan su Polonia natal por la tierra prometida, Nueva York, en 1921. En la isla de Ellis, Magda, enferma de tuberculosis, es puesta en cuarentena. Ewa, sola y desamparada, cae en manos de Bruno, que aparenta preocuparse por ella, pero se revela como un proxeneta sin escrúpulos. Para salvar a su hermana, Ewa está dispuesta a todo. Pero cuando conoce a Orlando, mago y primo de Bruno, recupera la esperanza en que mejoren las cosas. El enfrentamiento entre ambos por Ewa precipitará el inesperado final.
Bienvenidos al mundo de James Gray, para lo bueno y para lo malo. Es la quinta película del realizador norteamericano de ascendencia ruso-judía, tras ‘Cuestión de sangre’ (1994), ‘La otra cara del crimen’ (2000), ‘La noche es nuestra’ (2007) y ‘Two Lovers’ (2008). Estamos ante un cineasta complejo, que aborda temas recurrentes en sus obras: la búsqueda de la felicidad, la estabilidad, un ideal, una meta… sus personajes acaban devorados por el entorno, la realidad, e incluso por ellos mismos.
En este caso, el tema es uno de los grandes mitos cinematográficos: América y el sueño americano. Pero el que vaya a ver esta película teniendo en mente películas como ‘Eráse una vez en América’, ‘Gangs of New York’ o ‘El padrino’, está muy confundido.
Nos encontramos pronto sumergidos en un ambiente onírico, surrealista, delirante por momentos, donde el hilo argumental pierde importancia respecto de la fotografía o el decorado. La música apenas está presente en un encuadre en el que los actores aparecen y se difuminan con la misma facilidad. Buena actuación de Marion Cotillard, Joaquin Phoenix y Jeremy Renner, que constituyen un triángulo desequilibrado a golpe de sentimientos no correspondidos.
Pero no busquemos motivaciones ni argumentos en el comportamiento de los personajes, porque no los hay. Como no hay sentido en un argumento construido desde las entrañas de los personajes, llenos de obsesiones mutuas insatisfechas (Ewa con su hermana, Bruno con Orlando, Orlando con Ewa). Su historia va girando a golpe de opio y absenta, hasta que un cuarto personaje, rescatado de entre el anonimato de todos los demás, provoca que se precipiten los acontecimientos hacia un final inesperado.
Si esperamos durante 117 minutos a que ocurra algo, esperamos en vano. En el mundo onírico de James Gray ya está ocurriendo. A su manera.
Lo mejor: la danza que forman los personajes en un ambiente onírico y surrealista.
Lo peor: se repite el patrón de las cuatro anteriores películas. Si no eres un fan declarado de James Gray, ni lo intentes.