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‘Sharknado 2: The Second One’: el cine de mala calidad está de moda

Sharknado 2

Sharknado 2

Miles de tiburones aterrorizan la ciudad de Nueva York, traídos por un huracán. Cuando los tornados se empiezan a formar y lanzar a los tiburones a tierra, los asesinos mortales comienzan su destrucción en tierra, mar y aire.

‘Sharknado 2: The Second One’ de Anthony C. Ferrante ha sido, igual que su precuela, un estreno mundial en la cadena Syfy. Podemos decir que ha vuelto uno de los fenómenos del año pasado. Un tipo de película que atraerá especialmente a los amantes del cine de «mala calidad» catalogado como serie Z. No hablamos de una gran película, pero consiguió captar mi atención desde el momento 0 hasta el final. No por lo interesante sino por lo absurdo de sus situaciones. No por los buenos efectos especiales sino por la mala calidad de éstos.

El esquema de la película repite de nuevo todo lo que vimos en su predecesora. Ni mejor ni peor que la primera parte,  sino que hablamos de lo mismo. Los escualos vuelven a volar de un lado a otro, sólo cambian el escenario, de Los Ángeles a Nueva York. No hablamos de un gran argumento, de hecho,  apenas puedo decir que lo tenga, pero llama la atención cómo se recuperan algunos de los clichés más usados del cine de todos los tiempos: los fenómenos atmosféricos, las catástrofes naturales, aviones que tienen que aterrizar de emergencia y por supuesto, los tiburones que, por si fuera poco, no matan a sus víctimas en el mar sino que llegan en forma de tormenta. Seguro que os suena todo y podríamos mencionar una gran cantidad de películas que se han hecho famosas con alguno de ellos en el pasado, ya que han sido algunas de las fórmulas que para bien o para mal, han conseguido una gran cantidad de espectadores, por la acción y el entretenimiento que aportan. Es como si hubieran metido todo en un bote, lo hubieran removido y al abrirlo ha salido ‘Sharknado 2’, sin apenas planificación y todo mezclado.

En todo esto, por supuesto, se retoma la figura del «tipico» protagonista, el héroe que siempre salva la situación en el último momento. Es cierto que en esta segunda parte, tanto Ian Ziering como Tara Reid son más duros, brutales y grotescos.

A pesar de que hablamos de fórmulas repetidas hasta la saciedad y en este caso, aplicadas como una amalgama sin sentido, aún así, nos demuestran que el cine de mala o buena calidad, busca cumplir su función primigenia: entretener.

En resumidas cuentas, acción, adrenalina y situaciones excesivas, del todo inverosímiles y paródicas, son lo que crean un «Sharknado más grande que el del año pasado».

Lo mejor: 96 minutos de película. 96 minutos de acción.

Lo peor: solo hablamos de un fenómeno televisivo de mala calidad al que la palabra ‘film’ le queda grande.

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