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‘Lucy’: el buen Besson

Lucy

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Llevar una maleta a unos desconocidos parece un trabajo sencillo para que Lucy gane un dinero fácil. Así que decide aceptar el encargo sin pensar mucho en su contenido. Pero, en el lugar de la entrega, Lucy es obligada a trasladar una poderosa droga sintética en su interior hasta un peligroso narcotraficante. Sin embargo, un paquete explota dentro de su cuerpo e, increíblemente, empieza a desarrollar poderes sobrenaturales que la convierten en una máquina perfecta e implacable de matar.

Que solo utilizamos un 10% de nuestra capacidad cerebral puede ser una patraña pseudocientífica o no… da igual. La premisa de ‘Lucy’ sirve de detonante para traernos de vuelta al mejor Luc Besson, al que echábamos mucho de menos después de más de una década dedicado a  forrarse con productos europeos de acción fast food, sus labores como prolífico guionista y películas que, como Director, se han caracterizado por la mercenaria comodidad y el vivir de las rentas.

Pues bien, el gamberro y enérgico director de los 80 y 90, personalísimo y siempre dispuesto y capaz de llevar su cine al límite, ha vuelto. Y lo hace acompañado por la todopoderosa Scarlett Johansson, que se come la pantalla y se reivindica como actriz todoterreno, capaz de pasar en noventa minutos de una mujer zarandeada por los vaivenes de la vida (el pasaje inicial en la guarida del malo, es magnífico) a una imparable fuerza de la naturaleza.

La evolución de la mujer es también la de la película. ‘Lucy’ acepta la montaña rusa que conlleva su bizarro planteamiento para abrazar el caos más exquisito que hemos visto en el género en los últimos años. A medida que las capacidades de la protagonista exceden lo humanamente conocido, la película se desmadra, tirando de suntuosas set-pieces, persecuciones imposibles (exquisita la planificación y ejecución del paseíto en coche de Lucy y el alucinado policía), acción a raudales, metafísica para todos y diversión a manos llenas.

Si, además, Morgan Freeman tiene un buen texto con el que explayarse, la venganza no es el principal motor de la protagonista (si el Homo Superior llega, probablemente sus motivaciones no sean tan mundanas como arrasar con todo) y Besson se esfuerza por entregarnos piezas de arte cinematográfico psicodélico/alucinógeno como en sus mejores tiempos, la fiesta está asegurada.

Como no sabemos por cuánto tiempo disfrutaremos de Luc Besson antes de que vuelva el que le ha suplantado durante el joven siglo XXI, no se pierdan ‘Lucy’.

Incluso usando el 10% de capacidad cerebral, la disfrutarán… mucho.

Lo mejor: Scarlett Johansson y recuperar al Besson de antaño.

Lo peor: su abrupto final.

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