En el transcurso de un solo día, la ciudad de Silverton es azotada por una serie de tornados sin precedentes. Toda la ciudad está a merced de ciclones erráticos y mortales, mientras que los cazadores de tormentas predicen que lo peor está aún por llegar. La mayoría de las personas buscan refugio, mientras que otras corren hace el vórtice, poniendo a prueba hasta dónde está dispuesto a llegar un cazador de tormentas para conseguir esa foto única que solo se hace una vez en la vida.
En apenas noventa minutos, ‘En el ojo de la tormenta’, a través de su director, Steven Quale y el guionista de turno, se las arregla para contener escenas impactantes y, también, los diálogos más tópicos, insufribles y manidos del cine reciente (incluido el de catástrofes, poco propenso, no obstante, a recitar a Shakespeare).
Cuando el tornado es el protagonista, la película se crece, renovando el legado tecnológico de ‘Twister’ (mucho más consistente a nivel dramático que ésta) y regalando escenas enérgicas, endiabladas, aterradoras… avaladas por un acabado digital impecable.
Tornados envueltos en fuego, aviones volando, cazadores de estos Diablos de la naturaleza girando en el ojo de la tormenta a bordo de sus vehículos de alta tecnología como si tal cosa…
Steven Quale ésta en su salsa cuando se trata de filmar acción (usando la ya habitual cámara en mano con la suficiente mesura como para no hartarnos a las primeras de cambio), y también a la hora de gestionar los momentos cómicos (en esta ocasión en la piel de un par de frikis adictos a Jackass y con pocas luces), que culminan en un explosivo desenlace.
Pero a los personajes también les da por hablar, y ahí es cuando deseamos que el tornado vuelva a darles caña: familia desestructurada de manual; romance adolescente de manual; tipo sin escrúpulos de manual; abnegada mamá obligada a estar lejos de su pequeña de manual…
‘En el ojo de la tormenta’ habría sido un poco más que Serie B bien facturada a poco que el Guionista John Swetnam se esforzara en perfilar personajes más allá del trazo (brochazo) grueso. Por alucinantes que sean las imágenes, sin conexión del público con los personajes, no hay película.
Aquí hay tornados y maniquíes animados a los que engullir.
Lo mejor: las escenas de acción.
Lo peor: que no hay nada más.
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