En Brooklyn, un solitario camarero rescata a un cachorro de un cubo de basura. Sus problemas empiezan cuando aparece el dueño del animal, que es un hombre con problemas mentales y que, además, está involucrado en una conspiración criminal que se planea en el bar en el que trabaja el camarero.
Si hacía falta confirmar a Tom Hardy como el mejor actor de su generación, ‘La entrega’, debería zanjar el debate.
El guión de Dennis Lehane (inspirado en su propio relato corto) es ideal para que unos cuantos soberbios intérpretes nos cuenten una historia de Brooklyn: dinero, vidas que no van a ninguna parte, policías interesados y cosas que no son lo que parecen…
‘La entrega’ no cuenta nada nuevo, y casi siempre se la ve venir. Su encanto radica en los brillantes diálogos y las interpretaciones, sobre todo de Hardy: Bob Saginowski es el hombre tranquilo, el que nunca ha roto un plato; el que se dedica a rescatar perros maltratados y no meterse donde no le llaman… ¿o no?
Las miradas que lanza Bob, su forma de moverse, su voz… son tantos los matices de un personaje aparentemente inmovilista que experimentar su actuación vale con creces el precio de la entrada.
Si, además, le da la réplica el prematuramente fallecido y siempre genial James Gandolfini y la correcta Noomi Rapace, haciendo suyos los personajes con pasmosa naturalidad, el trío de ases está servido.
El resto lo pone el director, trasladando al espectador la desoladora y agobiante atmósfera de los bajos fondos neoyorquinos, donde la vida pasa de una forma muy diferente al bullicio de Times Square.
Si quieren disfrutar de un espectáculo interpretativo en todo su esplendor, no se la pierdan, o lo lamentarán.
Lo mejor: el trío de actores, con Hardy en lo más alto.
Lo peor: casi todo se ve venir.