Un agente inmobiliario se ve obligado a pedir ayuda a su vecina cuando, de repente, su hijo, al que hacía mucho que no veía, se presenta en su casa para que se haga cargo de una nieta, cuya existencia desconocía.
Rob Reiner vive en un siglo que no es el suyo. Salvo arrebatos intermitentes (‘Ahora o nunca’), su fórmula está anclada en los años 80, cuando comedias bienintencionadas con pinceladas de drama y algún toque irreverente funcionaban a la perfección (‘Cuando Harry encontró a Sally’), en una Sociedad bastante más ‘tontita’ que la (resabiada y descreída) actual.
El género ha cambiado, y la incorrección política, la zafiedad, el absurdo total o el realismo patético imperan.
Aunque no lo parezca, la Comedia ha madurado. No siempre para bien, pero es un hecho.
‘Así nos va’ deambula sin rumbo, anclada en los tópicos, los personajes ñoños de tiempos pasados (la niñita es insufrible y la pretendida mala uva de Oren Little no pasa de los típicos cabreos de un vejete amargado) y Diane Keaton en el enésimo, irritante y cansino papel de… Diane Keaton (¿dónde quedó la musa de Woody Allen, la mujer de Michael Corleone?).
Salvo un par de gags reseñables, ‘Así nos va’ se ve venir a kilómetros. Sus noventa minutos no pasan, precisamente, en un suspiro, gracias a la preocupante falta de nervio del director, la complacencia del libreto y la desgana general de los protagonistas.
Si disfrutaron con las Dramedias naif de hace dos décadas, también lo harán con ésta.
Si decidieron mirar al futuro… ‘Así nos va’, no es su película.
Lo mejor: Frances Sternhagen.
Lo peor: empalaga hasta la náusea.
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