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‘La isla mínima’: calidad máxima

La Isla mínima

La Isla mínima

Dos policías son expedientados y enviados a un remoto lugar a investigar la desaparición de dos adolescentes. Durante la investigación irán conociendo más sobre ellos mismos, y tendrán que desentrañar el misterio de un asesino a través de los silencios y secretos de una comunidad inmersa en la España profunda de principios de los años 80.

El director Alberto Rodríguez ya había realizado un trabajo notable con su película ‘Grupo 7’. Sin embargo, aquí nos encontramos ante una obra bastante superior en todos los aspectos, lo que ya es mucho decir.

A diferencia de ‘El Niño’, de Daniel Monzón, no se trata de una buena película inspirada en el modelo norteamericano, sino que es una excelente película española en el mejor sentido de la palabra. Todo rezuma calidad: el guión, la trama, el sonido, el uso de los silencios, la banda sonora, el trabajo de los actores, el ritmo y el desarrollo.

Se puede hacer un thriller magnífico sin explosiones, sin efectos especiales, sólo con un buen guión, un buen director, unos muy buenos actores y una extraordinaria fotografía. Si fuera un disco, diría que la producción es extraordinaria.

La trama se inicia en conjunto, luego va narrando historias paralelas, y finalmente se llega al desenlace, en el que confluyen todas ellas. La forma de utilizar las canciones en momentos concretos; la casi inexistente banda sonora y el uso de los silencios; la utilización de los paisajes y la lluvia, no como un decorado, sino como otro elemento más de la narración; los planos aéreos, que podrían ser finales o principios de capítulo (da la sensación que podría haberse hecho como una serie de cuatro o cinco capítulos). Todo ello nos deja una película de una factura intachable. No sobra ni falta nada.

Se puede hacer una trama hasta cierto punto compleja, pero entendible. Se puede componer un final cerrado, pero que deja cabos sueltos para que el espectador los ate. Se puede elaborar un guión con diálogos breves, pero sin la sensación de que falte algo. Y Alberto Rodríguez lo ha conseguido.

Los actores hacen un trabajo sensacional, sobre todo Javier Gutiérrez, saliendo de su personaje habitual, y brindándonos a un policía ambiguo en el que todo es gris y misterioso. Y esa sensación llena todo el metraje.

Da gusto ver una película española con el trasfondo de la transición a la democracia sin propaganda, sin ideología, sólo con los hechos y las personas, desnudando la realidad. No hay buenos y malos, solo hay seres humanos, con lo maravilloso y lo espeluznante de cada uno de ellos. No  hay blanco y negro, y nada es lo que parece.

Esto no es el ‘True Detective’ español o andaluz, como se ha dicho. Es ‘La isla mínima’. Ni más ni menos. Y queremos más películas como esta.

Lo mejor: el guión, los actores, el ritmo, los diálogos, la trama y el desarrollo de la película.

Lo peor: hay secundarios como Antonio de la Torre a los que se podía haber exprimido un poco más.

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