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‘Orígenes’: buscando sentido

Póster de 'Orígenes (I Origins)', de Mike Cahill

Póster de 'Orígenes (I Origins)', de Mike Cahill

Ian Gray, un estudiante de biología molecular especializado en la evolución del ojo humano, conoce a una misteriosa mujer cuyo iris es multicolor. Años después, su investigación lo lleva a hacer un descubrimiento asombroso, que podría cambiar la forma en que percibimos nuestra existencia. 

En su cuarta película, Mike Cahill deja patente que lo suyo no es la sencillez. No se le puede negar al director de ‘Another Earth’ su predilección por los grandes temas, aunque los disfrace de historias pequeñas.

En esta ocasión, Cahill lidia ni más ni menos que con nuestros orígenes, enfrentando los postulados científicos con los dogmas de fe.

Y lo hace a través de una historia de amor, dolor, pérdida, esperanza y descubrimiento, y (también) el ya conocido y mil veces explotado argumento de la Ciencia-ficción donde el hombre juega a ser Dios.

Pese a los estallidos de intermitente genialidad, la trascendencia (a ratos petulancia) y cuidado de sus imágenes, la presencia siempre bienvenida de Michael Pitt y Brit Marling y, sin duda, su indudable invitación a la reflexión sobre lo divino y lo humano, ‘Orígenes’ quiere ser más lista de lo que en realidad es, girando una y otra vez sobre sí misma, dando pistas que quieren invitar al suspense pero que, en realidad, no hacen sino acelerar las respuestas del espectador despierto, que ya sabe qué está pasando y qué va a pasar antes de alcanzar el ecuador de la cinta.

Cuando llega el final, Cahill tira la piedra y esconde la mano, sin posicionarse del lado de la ciencia o de la fe (¿una decisión consciente,  impuesta por el estudio, homenaje no declarado a Christopher Nolan… un simple quiero y no puedo ante las enormes implicaciones de lo acontecido?) .

La evolución de los personajes concluye de forma abrupta. La GRAN respuesta queda en la cancha del espectador, que por un momento sentirá cierto recelo ante la cobardía en la consecución de un Relato cuya magnitud demandaba un final con F.

Así y todo, hay que reconocerle al cineasta norteamericano la audacia, empecinado en maravillarnos y entregar productos originales que se alejan de las propuestas habituales del Indie en manos de las Majors.

Pese a sus indudables peros consigue inflamar la inteligencia del espectador, que se implica e impregna de un romance que ahonda en el poso metafísico de la condición humana.

Junto a la reciente y excelente ‘Coherence’, ‘Orígenes’ es la otra propuesta del género que hay que ver.

Lo mejor: Cahill sigue buscando con paso firme su obra maestra.

Lo peor: la magnitud del relato desborda la ejecución.

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