Una organización de espías extremadamente secreta, Kingsman, recluta a un rudo pero prometedor joven de la calle para su competitivo programa de entrenamiento. La dirección le pone bajo la tutela del experto Harry Hart (Firth), alias ‘Galahad’, que deberá hacer frente a la amenaza global originada por un retorcido genio de la tecnología.
El talento de Matthew Vaughn tras la cámara no es flor de un día.
El director firmante de ‘X-Men: Primera Generación’ ( sin duda la mejor película mutante, y merecedora de ocupar el top superheróico de adaptaciones comiqueras) y la explosiva ‘Kick-Ass’, vuelve a dar un golpe en la mesa con ‘Kingsman’.
Estamos ante la mejor cinta de superespías de los últimos años.
Y lo es porque combina a lo perfección los elementos que nos hicieron alucinar con el Bond de Connery y Moore (Gadgets, Glamour, irreverencia, flipadas varias, Machos Alfa orgullosos de serlo…) y, a la vez, se ríe de sí misma y del género de la mejor forma posible: rindiéndole homenaje con estilo, sin caer en la burda (y fácil) parodia.
Hollywood lleva décadas intentando copiar la fórmula de éxito de James Bond, casi siempre con más pena (infantilizándolo en plan ‘Superagente Cody Banks’; atontándolo en un tono abiertamente paródico y mononeuronal en ‘Austin Powers’ y ‘Johnny English’) que gloria (el ‘no Bond’ de Daniel Craig. Grandes películas sin duda… donde al Agente cinematográfico no le reconoce ni su padre).
Vaughn opta por tomar la calle del medio, demostrando su inteligencia como cineasta renovador de géneros. El director es plenamente consciente de lo rocambolesco de la historia, de lo improbable que es todo. Los espías con licencia para matar del séptimo arte, suelen caracterizarse por la huida de la realidad, donde todo vale… si mola..
Lo mejor de ‘Kingsman’, está en abrazar lo improbable-imposible y darles una pátina de solemnidad, hasta el punto de que la cinta parezca mucho más de lo que es en realidad (ejercicio que el inglés realizó también con excelente resultado en la ya citada ‘X-Men: Primera Generación’ o en ‘Stardust’, dentro del fantástico de cuento de hadas).
Si, además, contamos con implacables escenas de acción (que dejan a ‘Kick-ass’ en una pelea de patio de colegio), impresionantes decorados, actores en estado de gracia (el villano friki de Samuel L. Jackson resulta hasta creíble, viendo a Zuckerberg dominar el mundo; Colin Firth suma y sigue, elegante haga lo que haga; Taron Egerton irrumpe en el panorama fílmico con fuerza; Sofia Boutella se saca de la manga a una supervillana memorable llamada Gazelle; recuperamos a Mark Hammill en un simpático papel y, para terminar, Mark Strong se lo pasa en grande sin perder la compostura), mala uva, humor y flema británica… ‘Kingsman’ se convierte en un espectáculo digno de ver.
Desde el magnífico prólogo hasta los lujosos créditos finales… de esta montaña rusa no querrán bajarse.
Lo mejor: impresionante de principio a fin.
Lo peor: que a Vaughn no le den más géneros que actualizar.