Dos hermanos son enviados por su madre a la granja de sus abuelos en las profundidades de Pennsylvania. Una vez que descubren que sus familiares están involucrados en algo profundamente sospechoso, empiezan a pensar que sus posibilidades de volver a casa sanos y salvos se hacen cada vez más pequeñas.
Cuando empezamos a oír las primeras noticias sobre ‘La visita’, muchos criticaron a M. Night Shyamalan por ceder ante la presión y volver tantos años después al género del suspense que tan buen resultado le dio en sus inicios. Dicha afirmación sólo podía proceder de aquellos que no se dieran cuenta de que el suspense en el cine de Shyamalan no es más que un recurso estilístico para hablar de los temas que siempre le han preocupado: la incomunicación, los personajes en crisis y los errores que arrastramos del pasado. ‘La visita’ se convierte con ello en toda una reafirmación autoral.
Con su habitual tendencia a los ambientes pequeños y los grupos reducidos, el cineasta de origen indio hace aquí una apuesta arriesgada confiando en el formato, tan de moda actualmente, del found footage… Y le sale sorprendentemente bien. Un servidor no se había dado cuenta de lo bien que encaja el formato en el estilo formal del director, con su gusto por los planos largos con regusto a clásico y su afición por los sucesos fuera de cámara. La inclusión de las cámaras en mano permite, además, algunos de los mejores momentos de introspección de la mano de esa adolescente cineasta en ciernes.
El estilo en la filmación del suspense es marca de la casa, siendo conscientes, como en las mejores escenas de ‘El sexto sentido’ o ‘Señales’, de que lo verdaderamente aterrador en la vida es todo aquello que no vemos, aquello que nos niega siquiera el valor de abrir los ojos. Shyamalan se arriesga aquí con una puesta en escena depurada hasta límites insospechados, sin apenas música (con las maravillas que había compuesto para él James Newton Howard en el pasado). Toda esta contención formal nos conduce a un tramo final inesperadamente salvaje para el historial predominantemente naif del realizador.
Sin embargo, no sólo en el estilo apreciamos el regreso del buen Shyamalan. Los personajes de ‘La visita’ pertenecen a su galería de temas clásicos: tenemos a la madre en crisis emocional, a los hijos lastrados por errores que no han cometido y a los abuelos que traspasan los límites de la locura. La falta de comunicación es, como en esa maravilla que es ‘El protegido’, la auténtica fuente de los problemas. Shyamalan vuelve a dibujar así su retrato predilecto del ser humano como alguien rencoroso que persiste en sus errores, pero para el cual todavía no es demasiado tarde. Shyamalan no ha perdido la fe en los humanos y, gracias a ‘La visita’, muchos humanos recuperarán su fe en Shyamalan.
Lo mejor: Lo bien que encaja el formato en el personal estilo del director.
Lo peor: Que vuelva a confiar en un giro argumental demasiado predecible