Stet es un rebelde adolescente con un don increíble. Un suceso trágico le brinda la oportunidad de ingresar en una de las escuelas musicales más prestigiosas de Estados Unidos. Allí hará frente a los duros métodos del profesor Carvelle (Dustin Hoffman), que no se detendrá ante nada para extraer lo mejor de su nuevo alumno.
El cambio de una voz infantil a un tono adolescente es la metáfora gráfica perfecta del tránsito a la vida adulta. Las normas que sirven para la niñez quedan obsoletas como la primera salida de tono de un soprano infantil. Me gustaría poder decir que ‘El Coro’ llega a tan profundas reflexiones, pero la película dirigida por François Girard se limita a señalarlas, a apuntar la dirección que podría tomar el film si optara por un camino más serio. Aunque eso tampoco es poca cosa.
‘El Coro’ no es una película nostálgica que rememora la infancia como un periodo atemporal idealizado, al estilo de ‘Cinema paradiso’ o la misma ‘Los chicos del coro’. Poco hay que echar de menos en esa infancia terrible que se nos presenta. Sin embargo, el film sí incide en la emotividad del viaje que emprende el protagonista. Lo descarnado de su punto de partida pronto da paso al mundo de los sueños donde todo parece, aunque sea por un momento, posible.
El argumento bebe de muchos lugares comunes: el internado a medio camino entre ‘Harry Potter’ y ‘Los chicos del coro’, el profesor autoritario que parece una réplica para todos los públicos del Clint Eastwood de ‘El sargento de hierro’… Y, sin embargo, ‘El Coro’ consigue encontrar su propia voz y sus propias ideas. Ojo, si no, a esa mirada atrás del personaje de Dustin Hoffman que ve en ese chaval frustrado y talentoso el reflejo de su propio pasado. Puede que no todo sea original, pero desde luego consigue llegar al corazón del espectador.
No será un film trascendental, ni cambiará la vida de aquellos que vayan a verla. Pero entre una pieza musical y otra, no habrá pocos a los que una lágrima o una sonrisa se les asome al rostro. A ver cuántas películas de la cartelera actual pueden presumir de lo mismo.
Lo mejor: Las reflexiones sobre el tránsito a la madurez.
Lo peor: Podría ser mejor de lo que es.