Arabia, 1916. Theeb -lobo en árabe- vive con su tribu beduina en un rincón olvidado del Imperio Otomano. Después de haber perdido recientemente a su padre, Hussein debe criar a su hermano Theeb. Sus vidas son interrumpidas con la llegada de un oficial del ejército británico y su guía en una misión misteriosa. Incapaz de negar su ayuda al británico por temor a deshonrar la reputación de su difunto padre, Hussein se compromete a acompañarles a su destino, un pozo de agua en la antigua ruta de peregrinación a La Meca. Temeroso de perder a su hermano, Theeb persigue a Hussein y se embarca en un peligroso viaje a través del desierto de Arabia que, desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, se ha convertido en el coto de caza de mercenarios otomanos, revolucionarios árabes y asaltantes beduinos marginados.
En estos tiempos de aventuras veloces y tramposas, echamos de menos a los clásicos.
‘Lobo’ bien podría haberse estrenado hace cincuenta años, encajando perfectamente ‘desde el otro punto de vista’ con películas como la intemporal y magnífica ‘Lawrence de Arabia’.
La cinta de Naji Abu Nowar no sólo profundiza en la peripecia de iniciación de Theeb, sino que ahonda en las consecuencias de la debacle sufrida por los Beduinos azotados por la guerra, el colonialismo y la implacable fuerza del progreso.
Apoyándose en una impresionante fotografía donde el desierto árabe brilla en todo su esplendor y matices, el relato avanza sin prisa pero sin pausa anclado en la verosimilitud, ajeno a establecer juicios de valor, dejando que saquemos nuestras propias conclusiones.
La dinámica relacional entre Hussein y Theeb (dos actores que derrochan naturalidad); la hermandad del pueblo árabe; la solidez de unas creencias y valores sin adulterar… ‘Lobo’ puede vanagloriarse de alcanzar la grandeza a través de una historia pequeña que, a la vez, encierra un universo plagado de lecturas.
Cautivadora, hipnótica, clásica (en el mejor sentido de la palabra) y fascinante, la cinta resulta imprescindible para amantes del cine puro, el western clásico de Leone y compañía o, simplemente, del pleno disfrute que ofrece una buena historia… muy bien contada.
Lo mejor: la impresionante fotografía.
Lo peor: la limitada difusión privará a muchos de disfrutarla.