La supervivencia de la humanidad pende de un hilo al tiempo que un inesperado héroe mortal llamado Bek emprende un viaje para salvar el mundo y rescatar a su verdadero amor. Para tener éxito, deberá contar con la ayuda del poderoso Dios, Horus, formando una improbable alianza contra Set, el despiadado Dios de la oscuridad que ha usurpado el trono de Egipto, sumiendo al en su día próspero y pacífico imperio en el caos. Mientras su batalla contra Set y sus secuaces les lleva al Más Allá a través de los cielos, el Dios y el mortal deberán pasar pruebas de valentía y sacrificio si quieren tener esperanzas de prevalecer cuando llegue la confrontación final.
Hacer una gran película casi al inicio de tu carrera puede ser contraproducente. Esto es lo que le ha ocurrido a Alex Proyas desde ‘El Cuervo (The Crow)’, donde se ganó merecidamente aquello de ‘director visionario’.
Fue todo un espejismo, como tantas veces ocurre en la meca del cine. Proyas ha ido perdiendo visión, energía y creatividad con cada nueva entrega, desde ‘Dark City’, pasando por ‘Yo, robot’ hasta ‘Señales del futuro’.
La siembra del Jardín artístico donde se ha metido florece tristemente con ‘Dioses de Egipto’, una película difícil de clasificar.
¿Estamos ante una epopeya histórica? No. Ni Ridley Scott pintó un Egipto tan rocambolesco, improbable y absurdo en su ‘Exodus’.
¿Es la adaptación de un videojuego? Tampoco, aunque a ratos lo parezca pese al empacho digital colorido pero lleno de ‘cosas que cantan’.
¿Una cinta fantástica de acción? Sí, pero es tan desproporcionada que termina por convertirse en involuntaria comedia ‘pastelero- romántica’.
Tras el prometedor arranque (donde brilla la agradecida partitura de Marco Beltrami), la película se desinfla sin remisión, gracias al escaso carisma de la joven pareja protagonista (Courtney Eaton y Brenton Thwaites consiguen que nos preguntemos si han olvidado lo aprendido en ‘Mad Max: Fury Road’ o ‘Son of a Gun’); la sobradísima presencia de Gerard ‘Leonidas forever’ Butler como Dios maníaco de turno; Nikolaj Coster-Waldau en el papel del Dios bueno y pánfilo que, a lo Lannister, aprende a ser majo con la edad y, por último, el excelente actor Geoffrey Rush quien, en esta ocasión, aporta lo justito para llevarse el cheque a casa, avivando a una suerte de Ra psicodélico que te llevarías de juerga, pero no le dejarías protegiendo la Tierra.
El resto de secundarios solo sirve para recordarnos que a este Egipto solo le falta David Guetta y una carroza.
Pese a la convicción de Proyas detrás de las cámaras (aunque parezca mentira, se nota que cree tener algo enorme entre manos), ‘Dioses de Egipto’ engrandece todos los errores del doble remake de ‘Furia de Titanes’ que padecimos hace algunos años, añadiendo otros nuevos.
Estupidez a lo grande, histrionismos a lo grande, monstruos a lo grande, minutos de más a lo grande, romanticismo niñato a lo grande, complacencia a lo grande… entretenimiento, muy de vez en cuando.
Para un Egipto imposible (pero vibrante y divertido), que vuelva Roland Emmerich con ‘Stargate 2’.
Me temo que Alex Proyas transitará por el dique seco otra media docena de años.
Lo mejor: empieza bien.
Lo peor: el resto no.