Cuando Rebecca se fue de casa, pensó que había dejado atrás sus miedos de la niñez. A medida que iba creciendo, nunca estaba realmente segura de lo que era real o no cuando se apagaban las luces… y ahora su hermano pequeño, Martin, atraviesa los mismos sucesos inexplicables y aterradores que una vez pusieron a prueba la cordura de Rebecca y amenazaron su seguridad. Un aterrador ente con una misteriosa predilección por su madre, Sophie, ha resurgido. Pero en esta ocasión, y a medida que Rebecca se acerca a la indescifrable verdad, no cabe duda de que todas sus vidas están en peligro… cuando se apaga la luz.
‘Nunca apagues la luz’ es un buen ejemplo para abordar un tema en concreto: el género del terror está en crisis en la gran pantalla. Las películas que entre comillas son «buenas» o que cumplen expectativas son escasas, y últimamente giran en torno a secuelas y precuelas de títulos de éxito reciente como por ejemplo ‘Sinister’, ‘Expediente Warren’ etc. Por ese motivo, títulos como este crean ciertas expectativas.
El tráiler es mejor que la película, que no deja de ser un film con tintes de serie B. Sin menospreciar el género y sus genialidades, en la cinta podemos ver algunos de sus clichés característicos, como la mezcla entre el humor y el terror que deja un mal sabor de boca.
En la trama nadie ha puesto demasiado hincapié, solo se ha buscado el susto gratuito desde el primer momento en que ‘se apaga la luz’. Desde los primeros compases, sabemos el por qué ocurren las cosas y cuál es el mal que acecha. La acción se desarrolla rápidamente y todo el argumento gira alrededor de esa premisa que da título al film. Mal pensado no está pero se le podía haber sacado un partido diferente si tenemos en cuenta que, cuando apagamos las luces, a todos se nos desarrollan ciertas fobias o miedos. Quizás podía haber tomado un derrotero más cercano al terror psicológico, que al grito fácil.
El ente que protagoniza la cinta es una figura que en un primer momento no sabemos si es sobrenatural o no, pero nos resulta muy conocida. Es una imagen casi humana, alargada y deformada que hemos visto recurrentemente en otros títulos como ‘Mama’ o la saga ‘REC’.
Teresa Palmer es la actriz protagonista, en el papel de Rebeca y junto al resto del elenco, son más dignos de un telefilme que de un producto de multisalas. El miedo no se ve reflejado en sus caras en ningún momento. Si el protagonista no siente miedo, el espectador tampoco.
En definitiva, se esperaba más de una película que en sus títulos de crédito como productor cuenta con James Wan. ‘Nunca apagues la luz’ es una de esas películas que tienes ganas de ver cuando ves el tráiler pero que al salir de la sala, no es lo que esperabas.
Lo mejor:la premisa argumental que parecía girar en torno al título, aunque no se la haya sacado partido.
Lo peor: cine de serie B que busca no serlo.