Jim y Aurora son dos pasajeros a bordo de una nave espacial camino de una nueva vida en otro planeta. El viaje cobra un giro letal cuando sus cápsulas de hibernación misteriosamente los hacen despertar 90 años antes de alcanzar su destino. Al tiempo que Jim y Aurora intentan averiguar el misterioso motivo que se esconde tras el fallo ocurrido, incapaces de negar su intensa atracción, empiezan a sentir algo el uno por el otro… aunque bajo la amenaza del inminente colapso de la nave y el descubrimiento de la verdad que se esconde tras su súbito despertar de la hibernación.
Jennifer Lawrence y Chris Pratt son dos de los actores más influyentes del Hollywood actual, y cualquier proyecto cinematográfico que cuente con ellos despierta interés. Más cuando se trata de ciencia-ficción en la inmensidad del Universo.
En ‘Passengers’ hay dos cintas enfrentadas, ambas con tremendo potencial desaprovechado.
Si bien la primera hora constituye lo mejor de la película, con un sólido Chris Pratt explorando su faceta dramática, envuelto en un terrible dilema moral, deprimido, engullido por un agujero de emociones contrapuestas, y una puesta en escena exquisita donde brilla con luz propia el majestuoso y pulcro diseño de la nave, a partir de la segunda ‘Passengers’ viaja hacia territorios de sobra conocidos, explorados y millones de veces vistos.
Cuando explota el conflicto, esta Space-Opera romántica apenas saca partido al inmenso talento de Jennifer Lawrence y la mina de oro que es Aurora, y diluye el de Pratt, que viaja desde el humano atribulado sepultado por la culpabilidad, hasta el convencional héroe protector.
Aquí, la cinta de Mortem Tyldun está más cerca de cualquier película de catástrofes que, pese a su espectacularidad (para el recuerdo quedan las escenas en gravedad cero), apenas dibuja lo fundamental e imprescindible para que signifique algo más allá de un espectáculo aseado: las consecuencias, recovecos y dilemas de la relación entre los protagonistas.
Casi con urgencia, el viaje alcanza su cantado final (con tontísimo momento incluido gracias a un ‘escudo’ que ya lo quisiera el Capitán América, por cortesía del guionista Jon Spaihts, que no agotó todos los sinsentidos narrativos en ‘Prometheus’, al parecer) desplegando una moraleja amable (pero simplista), que no hace justicia al sufrimiento de Jim y Aurora.
Con un planteamiento diferente, podríamos estar ante el dramón humanista del año, pero hemos de conformarnos con lo que ‘Passengers’ es: un cúmulo inacabado de buenas intenciones.
Lo mejor: Chris Pratt, el dilema moral y la puesta en escena.
Lo peor: se queda a medio camino… de todas partes.