Basada en la internacionalmente aclamada saga de ciencia ficción «Ghost in the Shell”. Narra la historia de «Major», un híbrido cyborg-humano femenino único en su especie, que trabaja en operaciones especiales y dirige un grupo operativo de élite denominado Sección 9. Consagrada a detener a los extremistas y criminales más peligrosos, la Sección 9 se enfrenta a un enemigo cuyo objetivo principal consiste en anular los avances de Hanka Robotic en el campo de la cibertecnología.
Hay dos formas de aproximarse a la adaptación en imagen real de la obra magna de Masamune Shirow: como escrupuloso seguidor de la saga y como fan del cine palomitero de altura.
Los que lo hagan en la primera, buscando todo lo que falta, lo que se pierde en la traslación cinematográfica (simplificada en su temática para el consumo masivo), quedarán decepcionados y se sentirán traicionados.
Los que, por otro lado, se sumerjan en este pedazo de Blockbuster mayúsculo, disfrutarán del viaje de autodescubrimiento de la Mayor (espléndida Scarlet Johansson, en total sintonía con la película, y derrochando química con su compañero de reparto, el también espléndido Pilou Asbæk), donde cada fotograma es una auténtica obra de arte del cyberpunk.
Porque ‘Ghost in the Shell: El alma de la máquina’ es la típica historia de traición y descubrimiento, donde el libreto está al servicio de la acción, apuntando aquí y allá sin profundizar ni mucho menos trascender, como sí hacía la obra de Shirow, que se metía de lleno en dilemas morales, políticos y vitales… con los que remover las neuronas durante horas.
La de Rupert Sanders es un producto cien por cien Hollywood: ante todo hay que amortizar las inversión.
Por suerte, lo hace conservando el espíritu de la original, pero enfocándose (extrayendo oro puro en el camino) en el apabullante diseño de producción y la cuidadísima planificación y ejecución de las escenas de acción.
Aquí su película es un interminable placer para la vista, con escena tras escena que se graba a fuego en nuestras retinas (el nacimiento de la Mayor, las postales vivientes de una ciudad llena de detalles, la pelea en el río, el atronador clímax final) que vale cada euro de la entrada.
Aunque los fans acérrimos se tirarán de los pelos, a poco que reflexionen se darán cuenta de que la película es, ni más ni menos, lo que tiene que ser en manos de un gran estudio yanqui que, coja la obra fundacional que coja, siempre le da el mismo lavado, pero a veces con distinto detergente.
Si el detergente es malo, salen los ‘Transformers’ o el remake de ‘Robocop’. Pero si es bueno, aún perdiendo (esto es muy triste, pero no tiene visos de cambiar en el futuro inmediato) mucho en el camino, disfrutamos de regalitos como esta ‘Ghost in the Shell: el alma de la máquina’.
Tal y como están las cosas en la meca del cine, nos podemos dar con un canto en los dientes.
Lo mejor: es una obra de arte visual.
Lo peor: como era de esperar, se simplifica al máximo.
Y, si no os parecen razones suficientes para verla ¡nuestros amigos de Paramount Channel os traen unas cuantas más!.