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‘París puede esperar’ el encanto de la madurez

cr_17parisLa vida de Anne se encuentra en una encrucijada. Casada desde hace muchos años con un exitoso productor de Hollywood adicto al trabajo, emprende un inesperado viaje por la campiña francesa con el encantador socio de su marido. Lo que debió haber sido un trayecto de siete horas se convierte en un viaje de descubrimiento lleno de vistas pintorescas, deliciosos platos y vinos, humor, inteligencia y mucho más.

Diane Lane (‘El hombre de acero’, ‘Trumbo’, ‘Cotton Club’) está sencillamente encantadora en el papel de la abnegada esposa madura que tiene su propia encrucijada para reflexionar y despertar a la vida dándole un nuevo sentido. En este singular y placentero viaje, le acompaña el televisivo actor francés Arnaud Viard (‘Carole Matthieu’), que hace suyo el lema del «carpe diem» de singular manera. Y completa el reparto Alec Baldwin (‘Blue Jasmine’, ‘A Roma con amor’, ‘El aviador’), como el marido casi siempre ausente y un tanto receloso cuando siente haberla dejado un poco de lado por motivos de trabajo.

Eleanor Coppola (directora, productora y escritora de la película), además de portar un apellido con mucha carga, es una ávida artesana de la paciencia. Experimentada documentalista, sobre todo de la obra familiar, posee grandes valores como la sensibilidad estética al retratar lo que sucede alrededor. Aguardando a que pase algo y dando varios pasos atrás, busca la coherencia filmando a quienes cuentan las historias y dotando a cada magnífico instante de un contexto más abierto para poder apreciar su singularidad. Recorta momentos como quien selecciona distintos retales, les da forma en su cabeza, los encaja y ajusta cosiendo las diferentes texturas entre sí… y ya tiene su obra, cual experta en «patchwork», cosiendo, tejiendo y experimentando. La dificultades surgen cuando en vez de documentar tienes que crear todo ese mundo de ficción desde el inicio.

Este es el principio mismo de ‘París puede esperar’. Inspirándose en su propia experiencia vivida en 2009 cuando acompañaba a su marido, Francis, durante el festival de Cannes, tuvo que viajar con un socio y productor francés del cineasta desde la Riviera Francesa hasta la misma ciudad de París a bordo de un viejo Peugeot 504, eso sí, descapotable.

Ya tenía la historia, sus propias vivencias del mencionado viaje. Con lo que si lograba realizar un documental ficticio todo andaría sobre ruedas, como así fue. El resultado es que da la sensación de dirigir un homenaje al mundo del cine, a Cannes, y a Francia; a la pasión por el arte, la fotografía y la nobleza de las telas; a los buenos caldos, a la excelencia gastronómica y a sus maridajes; a la vida disfrutada y sin prisas; a la amistad, al amor y a la religiosidad a causa del hijo perdido.

Es una «road-movie» como canto a la madurez que merece ser vivida y compartida desde los más intimo. Es amena, agradable e invita a saber apreciar cada uno de los paisajes que desprende cualquier etapa de la vida.

Tiene una factura de corte sosegado que recuerda en ocasiones un poco al costumbrismo de los diálogos de Woody Allen, mezclado con el interés por el momento de Sofia Coppola, en la dinámica de ‘Lost in translation’, pero más cercano a ‘Bajo el sol de la Toscana’ de Audrey Wells.

Estupenda Diane Lane (quien tiene también un sutil guiño a sus últimos trabajos en películas de superhéroes con un «momento Martha»), estupendas interpretaciones y estupenda película que te despierta todos los sentidos y alguno más.

Lo mejor: Diane Lane, la química que desprende la pareja protagonista, y el dejarse llevar.

Lo peor: que después de disfrutarla te consueles tristemente con el emblemático «siempre nos quedará París».

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