Humanos y Transformers están en guerra. Optimus Prime ya no está. La clave para salvar nuestro futuro yace enterrada en los secretos del pasado, en la historia oculta de los Transformers en la Tierra. La responsabilidad de salvar nuestro mundo recae sobre los hombros de una insospechada alianza: Cade Yeager; Bumblebee; un Lord inglés y una profesora de Oxford.
Las presas se convierten en héroes. Los héroes se transforman en villanos. Solo un mundo puede sobrevivir: el suyo o el nuestro.
La quinta entrega enlatada de los famosos muñecos de la marca Hasbro, vuelve a estar dirigida por Michael Bay (‘La Roca’, todos los anteriores ‘Transformers’ en pantalla grande, ‘Pearl Harbor’), quien además es productor ejecutivo de la franquicia junto a Steven Spielberg entre otros. Muy mal no ha de ir cuando hay dos secuelas más en fase de pre-producción, aunque parece que el director ponga tierra por medio.
Todas estas licencias de la casa de juguetes son cada vez más complicadas de seguir. En estos 40 años de existencia, de meros objetos de entretenimiento para niños con forma de muñequitos de acción han pasado a ser cómics, series televisivas animadas, videojuegos y hasta franquicias de los propios robots. en el caso que nos atañe, las películas se empiezan a expandir también a pasos increíbles.
El planeta Cibertron, en su momento, creó estas fantásticas figuras transformables, pudiendo cambiar sus formas de una manera caprichosa. Los Autobots y sus antagonistas los Decepticons, llevan conviviendo y luchando en nuestro planeta desde ni se sabe (dependerá de las necesidades de la franquicia), con semblante de dinosaurios, de dragones, o incluso de vehículos camuflados. Estos últimos son los más comunes.
En ‘Transformers: El último caballero’ estos hiperactivos personajes apodados como si de electrodomésticos de marca blanca se tratase, inician su andadura en los legendarios tiempos del Rey Arturo, Lancelot, y el propio mago Merlín. A partir de aquí se empieza a tejer una enrevesada y amenazante historia que llega hasta nuestros días.
No es que tenga mucho sentido desde el punto de vista racional, sí lo posee desde el imaginativo, y en este aspecto es espectacular el despliegue de medios visuales y auditivos de todos y cada uno de sus 149 minutos de duración. Bueno, hay que descontar los créditos finales.
La historia, posiblemente, sea lo que menos importa en referencia a las anteriores películas e incluso a las venideras. Tienen más relevancia las peleas, las batallas, los gags, e incluso las mofas que hacen de sí mismos, que con cierta gracia tienen hasta coherencia.
En todo este metraje, a veces no se sabe quién está más embriagado de la franquicia, si el director o un Merlín borracho (poco más que un cameo de Stanley Tucci), bebiendo de una botella de cristal industrial que parece recién sacada de un contenedor de reciclaje.
Hay que ser muy devoto a la franquicia para conocer a los actores que están, que han salido, que se incorporan, que regresan… Ni qué decir si tenemos en cuenta a los monstruitos mecánicos, si son buenos, malos, les falta un tornillo, o un ajuste de carburación. Incluso llega a parecer que han comprado naves espaciales y droides tocados a precio de saldo de la conocida saga de las galaxias. De hecho hay un burla respecto a C-3PO.
Hace falta el valor de Bay y de Spielberg para hacer películas como esta, y sacar dinero a espuertas vendiendo chatarra. Pero es evidente que su legión de seguidores pueden estar satisfechos una vez más con toda la diversión de disfrutarla cada vez en pantalla más grande, tipo IMAX. Para fans, muy fans de estos robots.
Lo mejor: que te permite disfrutarla en modo desconexión, reanudando en el momento que se quiera.
Lo peor: su duración y acción (como siempre) desmesurada, pues se pierde el norte de si la batidora le ha roto el brazo a la licuadora, o si el Bumblebee no rueda por falta de gasolina o por huelga de actores.