En un mundo extrañamente parecido al nuestro un cowboy de nombre Roland Deschain de Gilead persigue a su eterno enemigo, «el hombre de negro». Roland, solitario, quizá maldito, anda sin descanso a través de un paisaje triste y abandonado. Conoce a Jake, un chico de Nueva York pero venido de otro tiempo, y ambos unen sus destinos. Ante ellos están las montañas. Y mucho más allá, la Torre Oscura… Adaptación de la saga literaria de Stephen King.
Adaptar a Stephen King, a la gran o pequeña pantalla, es toda una aventura.
Uno de los autores más prolíficos e influyentes de las últimas décadas, sufre una montaña rusa de calidad artística cuando sus obras cobran vida en imágenes, con extremos tan opuestos como la excelente ‘La Niebla’ y la mediocre ‘El cazador de Sueños’.
En la segunda liga juega ‘La Torre Oscura’, una película entretenida, pero tan reduccionista en sus planteamientos que resulta del todo insuficiente.
Obviando los acertados homenajes y diversos easter eggs que la cinta dispensa a King (y a los ídolos del spaghetti western), el director Nikolaj Arcel y el irregular Akiva Goldsman como guionista principal (junto al propio Arcel y Anders Thomas Jensen), arman una película de serie B sin pretensiones, descafeinada, sosa, donde todo pasa en un suspiro y las inquietudes literarias de King se diluyen hasta el mínimo imprescindible para contentar al espectador palomitero mainstream.
No hay lugar para el aburrimiento en la película, pero nada brilla, cala, trasciende más allá del momento.
Desde el inicio se despeja el misterio de la dichosa Torre (un error de bulto que lastra el resto del metraje), para entrar en harina con la relación de Roland y Jake, y su lucha contra el malvado demonio Walter.
Idris Elba, el joven Tom Taylor y Matthew McConaughey, lejos de marcar la diferencia con sus dotes interpretativas, se limitan al mínimo esfuerzo, quizás conscientes del poco peso de la historia, la excesiva velocidad de la narración (este no es un caso de metraje hipertrofiado, sino insuficiente) y, al final, la falta total de épica y emoción en una historia de brillante mitología totalmente desaprovechada.
‘La Torre Oscura’ de King es una locura repleta de referencias y homenajes, que bebe de la obra de Tolkien y se convierte, al final, en una pieza difícil y única. Admitiendo la dificultad de trasladarla al celuloide, qué menos que intentarlo con ahínco, valentía y determinación.
Como la ha llevado al cine Nikolaj Arcel, no pasa de ser la típica historia del bien contra el mal, con el típico niño poderoso, el típico aliado traumatizado que ha perdido a alguien y es muy bueno en lo suyo, y contra el típico malo muy malo que es un mar de tranquilidad, pero las lía pardas sin subir la voz.
No hay una sola diferencia considerable entre ‘La Torre Oscura’ y otras sagas que ya hemos visto, y en algunos casos sufrido, como ‘Cazadores de Sombras’, aledaños y semejantes.
Y hablamos de Stephen King, señores, no de un novelista fast-food de tres al cuarto.
Un poco de respeto.
Lo mejor: entretiene.
Lo peor: esto podría ser Stephen King, o cualquier otra cosa.