Tras el impactante asesinato de un rico hombre de negocios en el lujoso tren europeo que se dirige hacia el oeste en pleno invierno, el detective privado Poirot debe usar todas las herramientas a su alcance para descubrir cuál de los eclécticos pasajeros del tren es el asesino antes de que ataque de nuevo.
Hercule Poirot, el personaje más emblemático de la prolífica escritora de novelas de misterio, resurge de sus cenizas una vez más. Lo hace con la pompa y circunstancia pertinentes para lograr que, en un relato ya de sobra conocido, disfrutemos de la mejor versión que se ha realizado.
Rompiendo con unos cuantos clichés sobre el detective belga, el director e intérprete Kenneth Branagh (‘Cenicienta’, ‘Thor’, ‘Hamlet’), aborda esta última actualización como si del mejor Spielberg de aventuras se tratara. Eso sí, cambiando la acción del látigo y el sombrero por el suspense e intrigas del arqueólogo con mostacho de la conducta humana.
El hijo pródigo literario de Agatha Christie, y hermano mayor de Miss Marple, se da a conocer a las nuevas generaciones mediante un prólogo que describe perfectamente su carácter y su talento a la hora de descifrar enigmas, en medio del mismo Muro de las Lamentaciones, en la Jerusalén del año en que fue publicada la novela del “Asesinato en el Orient Express”. A partir de aquí, la aventura suspicaz toma los raíles descubriendo la enigmática personalidad del Poirot más sibarita de la gran pantalla.
Como si de una de sus aclamadas representaciones shakesperianas se tratara, Branagh se acompaña de un elenco de actores de innegables cualidades tanto artísticas como comerciales para asegurar tamaña producción. Logra crear un conjunto compacto donde los excesos de algunos junto con las carencias de otros suenan a modo de una armonía coral en beneficio de la obra.
El valor nuevo que aporta este ‘Asesinato en el Orient Express’ reside en la perfección. No sólo en la excelente propuesta de Kenneth Branagh representando la insoportabilidad de ser un Poirot impecablemente perfeccionista, sino atormentado por un pasado que no se deja descubrir.
Además, presenta al famoso tren de lujo con tal mimo de elegancia y de detalles que parece un personaje más. Y lo adereza con planos secuencia para la presentación de sus viajeros, y planos cenitales en los momentos más delicados de la intriga… por no hablar de las excelentes panorámicas digitales del expreso intercontinental. Una preciosa versión del Titanic de las vías.
Es un gran retrato de Hercule -sin confundir con aquél mata leones- Poirot, admirador de Dickens, y totalmente íntegro. Increíblemente pulcro tanto en la vestimenta como en el raciocinio, a quien no se le escapa una, también tiene sus puntos flacos, como el miedo a no lograr dar solución a sus pesquisas, o que el brazo de la balanza de la justicia pueda quedar mínimamente desequilibrado.
‘Asesinato en el Orient Express’ es la historia de una venganza, una película de suspense y acción bien medidas, con un detective en busca de la paz perdida.
Lo mejor: la impecable puesta en escena, el mimo de sus escenas y el cuidado detalle de cada uno de sus planos.
Lo peor: que al ser una obra demasiado conocida, con sus múltiples versiones fílmicas, no sea valorada por su calidad artística y técnica.