En la familia de Coco tienen la enigmática prohibición de estar en contacto con la música. Pero Miguel sueña con convertirse en un músico consumado como su ídolo, Ernesto de la Cruz. Miguel desea con todas sus fuerzas demostrar su talento y acaba en la impresionante y colorida Tierra de los Muertos tras una misteriosa cadena de acontecimientos. A lo largo del camino, conocerá al encantador y tramposo Héctor y juntos emprenderán un viaje extraordinario para desvelar la verdad que subyace en la historia familiar de Miguel.
El arranque inicial del logo de Disney sobre su famoso castillo con tonalidades de jingle mariachi ya es de por sí una declaración de intenciones.
No hay que olvidar que se trata de una película con identidad propia, la de Pixar, y por ello siempre hay diferentes lecturas. Por un lado pretende contar a los más pequeños una historia sobre qué hay detrás de la vida, plenamente ilustrada por la cultura popular mexicana. Todo ello desde el más profundo respeto hacia las tradiciones de un país en el que se entremezclan elementos religiosos ancestrales y seres mitológicos precolombinos, el culto católico a la muerte y las fiestas paganas en honor a los difuntos. Por otro lado, logra concienciar a los mayores de la herencia y la memoria recibida por medio de la familia durante todas esas generaciones que el recuerdo permite abarcar.
Estos son los dos principales propósitos que superan cualquier localización y temporalidad, logrando narrar una historia universal como saben hacer las mejores producciones de la compañía del flexo saltarín.
Una vez abiertos los sentimientos en canal, ‘Coco’ sigue hablando de los lazos familiares, los vínculos y la disgregación que se puede producir por ver cumplida una pasión. Describe los posos que la vida va dejando por tomar determinadas decisiones y los que pueda ofrecer por no haberlas sabido adoptar.
Lee Unkrich y Adrian Molina, director y co-director respectivamente de ‘Coco’, no sólo han sabido tocar la fibra sensible de cualquier espectador, sino que lo han hecho con todo lujo de detalles. La experiencia del primero junto al gran salto motivacional del segundo dentro de Pixar, contribuyen a homenajear aquí el cine del star-system, las grandes producciones mexicanas, y las figuras más emblemáticas de la cultura popular mexicana del segundo cuarto del siglo XX, como pudieron ser Pedro Infante, Jorge Negrete o Frida Kahlo.
Además ‘Coco’ cuenta con una maravillosa banda sonora compuesta por uno de los grandes y más prolíficos autores de nuestro siglo como es Michael Giacchino. Y aunque las películas Pixar parecen rehuir de la narración cantada del clásico estilo Disney, la propuesta que hace aquí con las canciones es sencillamente formidable. Valga el ejemplo de “Recuérdame” que con su letra puede dar lugar a diferentes interpretaciones de la misma.
Gran acierto ha sido dejar el mexicano como idioma hispano para otorgar mayor autenticidad a la película, con doblaje magnífico y con cantantes excelentes que interpretan a las mil maravillas esta auténtica joya de la animación digital.
Posee un nivel de detalle extremadamente perfecto, incluso con movimientos de cámara entre sus personajes casi inimaginables, hasta el punto de presentar la Tierra de los Muertos a mitad de camino entre un parque temático (de esto Disney sabe mucho) y una frontera aduanera (aquí no cabe otra que la que separa México de los Estados Unidos).
Las reflexiones sobre la vida y la muerte; sobre cruzar los puentes y habitar en el olvido; sobre las pasiones; las bendiciones y las rupturas; sobre vivir en el recuerdo de los vivos, y sobre el apoyo de la familia a cualquier atisbo de ilusión. Son los grandes temas que esboza esta genial película.
Mientras hay recuerdo, hay vida. Incluso entre los muertos.
Lo mejor: que todo brille con una intensidad magistral, y que a pesar de su aparente previsibilidad no deja en ningún momento de estar repleta de sorpresas.
Lo peor: que un corto promocional demasiado largo pueda hacer que no se disfrute plenamente esta preciosa película.