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‘Bright’: dos polis y una varita

Cartel de Bright

Ambientada en un presente alternativo donde los seres humanos, orcos, duendes y hadas han convivido desde el inicio de los tiempos, dos policías con perfiles muy distintos patrullan juntos. Uno es el humano Ward (Will Smith), y el otro el orco Jakoby (Joel Edgerton). Ambos inician una guardia nocturna que cambiará el futuro y el mundo que conocen. A pesar de sus diferencias personales, deberán trabajar juntos para proteger a una joven elfo y una reliquia perdida que, de caer en las manos equivocadas, podría destruirlo todo.

Después de la fallida ‘Escuadrón Suicida’, muy poco tenía que hacer David Ayer para superar la mala sensación que nos dejó ésta.

‘Bright’ sigue la senda de la filmografía de Ayer, con todos los elementos característicos de su cine: un montaje hipervitaminado, palabrotas, violencia explícita, humor soez y denuncia clasista sin metáforas.

Al menos, donde fracasó estrepitosamente el Escuadrón (esto es, proporcionar la mínima diversión que puede esperarse de un Blockbuster), sí cumple ‘Bright’, gracias al buen hacer y carisma de Will Smith, la villana Noomi Rapace, Joel Edgerton,  acción sin paradas a ritmo de rap, hip-hop y las punch lines de machotes, cortesía del convencional, pero efectivo, libreto de Max Landis.

Una buddy movie de toda la vida, con dos compañeros antagonistas que viven un día de perros, donde los acontecimientos y sacrificios les unirán, cómo no, para siempre.

Con todos los clichés del policiaco incluidos (corruptos, asuntos internos, la venidera jubilación, pobreza, delincuencia, drogas, alcohol, relaciones complicadas, ser demasiado viejo para estas mierdas…), en un presente mágico donde los Elfos dominan el cotarro, los Orcos son la mano de obra y los Humanos se mueven por el miedo y los prejuicios (lo de siempre).

No hay nada nuevo en ella, pero es infinitamente mejor que ‘Escuadrón Suicida’ . Aquí David Ayer se redime explotando sus dotes para mostrar acción violenta, y dejando el drama en lo justito para que no moleste ni de vergüenza ajena, sin intentar nada que, evidentemente, no sabe hacer.

Sus dos horas pasan en un suspiro, y cuando termina nos hemos divertido de lo lindo con una película de holgado presupuesto, que podría haber sido perfectamente estrenada en cine, donde Netflix vuelve a demostrar (como ya hizo en ‘Okja’) que los tiempos han cambiado, y el cine puede verse en cualquier pantalla, a libre elección del espectador.

Bien facturada, montada y ejecutada, ‘Bright’ no es ni más ni menos que el entretenimiento cafre del cine de acción sin pretensiones que tanto disfrutamos.

Se prepara la segunda entrega. Por nuestra parte, no hay objeciones.

Lo mejor: no aparenta ser más que una buddy movie con sangre, hostias, humor y diálogos vacilones.

Lo peor: atizarla fuera de contexto, es un ejercicio de deshonestidad.   

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