Moonee sueña con ir a Disneylandia, pero lo más cerca que ha estado es el motel barato a las afueras de Orlando (Florida), en el que vive con su madre Halley, de 22 años: el Magic Castle Motel. Lo más parecido que Moonee tiene a un padre es Bobby, el gerente del motel, un hombre cauto y diligente que se burla de las payasadas de los niños. Halley ha perdido su trabajo, y otra niña de la misma edad que Moonee se acaba de mudar al motel de al lado. Promete ser un verano inolvidable.
Al cine independiente de Hollywood, le gusta escarbar en los sinsabores del sueño americano. A veces tan cerca del lujo y la magia, se encuentran la pobreza y la lucha diaria por sobrevivir.
Con la proximidad del Disneyworld de Orlando como telón de fondo ‘The Florida Project’ nos cuenta la dura vida de las personas que viven cerca del sueño, pero nunca alcanzarán a vivirlo. Con el paraíso a escasos kilómetros y el húmedo verano en todo su esplendor, la película analiza los pesares de un variopinto grupo de gente pobre, a través de la inocente mirada de tres niños que viven cada momento como si fuera el último, con fantasía, intensidad y esperanza.
Con la joven Moonee (Brooklyn Prince) a la cabeza (toda una fuerza de la naturaleza que, esperemos, podamos disfrutar en nuevas películas), el director Sean Baker nos ofrece una emotiva, tragicómica, disparatada y visceral muestra del mejor indie del otro lado del charco.
Una irreverente radiografía de la vida, con sus golpes y abrazos, sus luces y sombras.
Un canto a la familia, a la importancia de las decisiones que tomamos y marcarán nuestro camino; al niño interior que todos llevamos, y nunca deberíamos dejar ir. El que encuentra libertad y alegría incluso en los peores momentos, cuando todo se va a la mierda bajo el peso de una realidad dispuesta a pisotearnos una y otra vez.
Este motel y sus moradores en el filo de la navaja, metáforas parlantes de una sociedad indolente, lo guarda Bobby (Willem Dafoe).
Un gerente que, junto a la joven terremoto de seis años, se saca de la manga otra interpretación memorable. En esta ocasión, el prolífico actor abandona sus registros más extremos para traernos a un humanista entrañable que intenta, cual malabarista, que el infierno en la tierra que muchos de sus huéspedes viven sea más llevadero, a menudo en contra de sus propios intereses y, por supuesto, los de sus jefes.
Dafoe y los niños cantan a la vida, a buscar lo bueno cuando nadie más lo ve, pese a todos los obstáculos. No es un soñador idealista que huya de la realidad (de hecho, es plenamente consciente de la gravedad de los acontecimientos), pero intenta no ser sepultado por ella.
Más de un estudio sociológico podemos extraer de ‘The Florida Project’, además del festín cinematográfico que, una vez más, convierte al Séptimo Arte en algo más que puro (y muchas veces simple, pero otras todo lo contrario) entretenimiento.
Lo mejor: Brooklyn Prince y Willem Dafoe.
Lo peor: que existan sitios así tan cerca de los que venden magia a los privilegiados.