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‘Todo el dinero del mundo’, la miseria del emperador

Roma, 1973. El secuestro de su nieto favorito no es razón suficiente para que J. Paul Getty renuncie a parte de su fortuna. Es el hombre más rico del mundo, un magnate petrolero tan multimillonario como avaro.

En cambio para Gail, la persistente y tenaz madre de Paul, el adolescente secuestrado, sus hijos son lo más importante. La vida de su hijo depende de un tiempo que se acaba, y los secuestradores se muestran cada vez más decididos, inestables y violentos. Cuando el viejo Getty envía a su enigmático hombre de seguridad, Fletcher Chace, a velar por los intereses de su nieto, éste y Gail se alían en una carrera contrarreloj que revelará el valor del amor frente al dinero.

Que una historia sea narrada bajo la leyenda de “inspirada en hechos reales” no significa que todo su contenido haya de ser tenido en cuenta como valor real. La labor de los escritores y guionistas cinematográficos por trabajar, esculpir y dar una forma interesante y un punto de vista atractivo al argumento es lo que hace que pueda ser viable su producción en película.

En este caso concreto, se presenta el perfil de uno de los grandes multimillonarios del siglo XX como si se tratase del solitario mandato de un emperador romano. Con la pompa, costumbres y vicios propios del regente de un magno imperio económico, que a pesar de sus pecuniarios cimientos se asienta sobre la más absoluta vanidad.

Es muy de agradecer, y sobre todo de sorprender, que la nueva película dirigida por Ridley Scott se aleje del universo de secuelas y precuelas ficción (no se incluye en este apartado ‘Blade Runner 2049’), para contarnos un precioso cuento sobre el poder de un imperio económico. Aunque, por desgracia, la invención del relato resida en su magnífica moraleja: nadie escapa de la atracción por una auténtica fortuna.

Demostrando la época publicística del director y su mejor óptica, ‘Todo el dinero del mundo’ arranca con una bellísima secuencia que ya quisieran poder imaginar para sí en la agencia de Martini. Y de aquí la historia narrada en primera persona por el joven secuestrado, basada en el libro de John Pearson.

Como el propio Paul (Charlie Plummer) indica, los Getty son una familia de supermillonarios de otros planetas que por una vez fueron como el resto del mundo. Una familia que ejemplifica cómo el dinero y la miseria pueden caminar juntos en clara dependencia.

El veterano Christopher Plummer, representa el poder económico, la ambición, la vanidad y la encarnación de la miseria en un ser que pretende controlar el “todo o nada”, con la experiencia de que “todo tiene un precio”. Viendo el resultado de su precisa interpretación es inimaginable concebir este papel en otro actor.

Michelle Williams es el coraje de luchar para anteponer el amor de una madre por su hijo frente a cualquier presión económica. Una persona ordinaria convertida en un símbolo a raíz del secuestro. Una mujer inteligente, decidida y protectora de todo aquello que ama frente al drama de un secuestro y sus consecuencias.

En cambio, el papel de Mark Wahlberg más comedido y aparentemente de paja, cobra su sentido como consejero de seguridad que tiene que reaccionar en el momento crítico de las negociaciones.

‘Todo el dinero del mundo’ es una suntuosa y bella recreación de la versión emperador punto cero veinte siglos después, sobre intrigas, poder, contiendas y dinero, mucho dinero. Pero a la vez de la soledad que conlleva obtenerlo. Intenta transmitir la filosofía no ya de cómo ganarlo, eso lo puede hacer hasta la persona más necia, sino de mantenerlo, cual lección de manual para unos selectos elegidos.

Posee una puesta en escena encomiable. Fotografía y escenarios impresionantes. Argumento e interpretaciones acordes a una muy notable e imprescindible película que sin duda sorprenderá con creces al espectador. Pero también un poco de crudeza, como la que nos brindó su director en ‘Hannibal’ sin querer echar la cámara a un lado cuando la cosa se pone seria.

La dicotomía de luchar por un lado contra el imperio del dinero, y por otro contra el imperio de la mafia, crea en ‘Todo el dinero del mundo’ un excelente tenso equilibrio. Sin duda, el arte y la belleza es lo único que no defrauda. Pero la maestría con la que se traduce en imágenes no es solo cuestión de dinero. Como por ejemplo cuando todos esos bustos de emperadores romanos parecen admirar a quien protagoniza tal escena, que vuelve a hablarnos una vez más de la miseria del dinero.

Lo mejor: Ridley Scott se reescribe con su mejor esencia cinematográfica.

Lo peor: que nos quedemos con la curiosidad de ver el resultado inicial interpretado por Kevin Spacey en el papel de viejo magnate, pero lo cierto es que sin extra de maquillaje y por muy diferentes motivos, Christopher Plummer lo clava.

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