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‘Yo, Tonya’, amor de hielo

Tonya Harding dominó el hielo con un estilo de patinaje totalmente único. También dominó los titulares por algo completamente diferente. Su historia es, por momentos, un absurdo, trágico e hilarante retrato de la mujer en el centro del mayor escándalo en la historia del deporte.

Una de las principales particularidades que justifican el interés por esta excelente propuesta se basa en la propia declaración de intenciones de la película. “Entrevistas desprovistas de ironía, completamente contradictorias y absolutamente ciertas”. Es el auténtico motivo que hace de ‘Yo, Tonya’ una gran comedia dramatizada, y solo superada por la propia realidad.

Sus personajes cuentan directamente al objetivo de la cámara su versión o, más bien, su justificación de los hechos producidos 25 años atrás. Se recrean declaraciones reales realizadas individualmente, con sorprendentes manifestaciones de apariencia inverosímil. Una eficaz presentación de los protagonistas en tiempo actual que cuenta mediante flashbacks los singulares orígenes de la patinadora desde los cuatro años.

Craig Gillespie (‘La hora decisiva’, ‘El chico del millón de dólares’, ‘Lars y una chica de verdad’), dirige con una magnífica y muy ágil narrativa esta especial biografía aportando los cuatro puntos de vista de los protagonistas. Y para ello, no duda en parar la acción de lo que sucedió tiempo atrás para recordarnos que la sigue refiriendo ese mismo personaje en tiempo presente. Juega, también, a enfrentar declaraciones diametralmente opuestas, pero a la vez verídicas, dinamizando la parte de comedia.

Uno de los principales pilares que hacen de ‘Yo, Tonya’ sobresaliente es su equipo de actores.

Margot Robbie (‘Escuadrón suicida’, ‘Focus’, ‘El lobo de Wall Street’), saca toda su mala leche interpretativa con un toque de cinismo que le vienen perfectos para el papel de Tonya. Tiene enorme mérito el esfuerzo de calzarse los patines y aparentar sin problemas una edad inferior a la que tiene. Y se nota que disfruta con ello, incluso permitiéndose un singular guiño a su anterior trabajo (y posiblemente futuros proyectos de nuevo), como Harley Quinn. Se involucra hasta tal punto que es una de las coproductoras del proyecto.

Allison Janney (‘Criadas y señoras’, ‘El camino de vuelta’, ‘Juno’), lo borda como madre carente de cualquier tipo de sensibilidad hacia todo. Es magnífica, versátil y, en su papel, bruta hasta casi decir basta. Sabe mantener la ironía en todo lo alto. Un excelente trabajo como actriz de reparto.

Sebastian Stan (personaje inseparable del Capitán América en las producciones Marvel, ‘I´m not here’, ‘Marte’), es el primer amor de la competidora con una bonita relación inicial… Hasta que se estropea y acaban en una espiral de amor y odio a base de golpes. Pasan de la felicidad a los malos tratos en cuestión de segundos, pero es lo que ha vivido ella cuando estaba con su madre.

Por último, destaca el personaje conflictivo de Paul Walter Hauser, quien sin desperdicio alguno representa al amigo iluso de él, sobrevenido a burla de guardaespaldas de ella. Lo que viene a ser un bobo integral.

El otro magnífico pilar sobre el que se sustenta la película es en la parte técnica. Impresiona acompañar a la patinadora en la pista de hielo con interesantes movimientos, juegos de cámara y planos de seguimiento mientras realiza las piruetas acrobáticas. Y en concreto el famoso triple axel, que muy pocos deportistas han logrado efectuar con éxito. Para ‘Yo, Tonya’ lo asombroso es que se ha solucionado tirando de geniales efectos especiales que no se perciben lo más mínimo en la continuidad de planos muy elaborados. Otro detalle es la utilización de diferentes formatos para las declaraciones de los protagonistas consiguiendo una textura un tanto desorganizada y a la vez informal.

‘Yo, Tonya’ es una comedia agridulce y bastante alocada, que muestra la belleza del patinaje y la dureza que puede haber detrás de la competición. Bajo el pretexto de la socorrida expresión “eso no fue mi culpa”, demuestra la inmadurez, la poca seriedad y la inestabilidad de los personajes como para haber llegado a donde lograron. Y todo ello, inmersos en un mundo de violencia en el hogar, con la necesidad de tener alguien a quien amar y alguien a quien odiar.

Está centrada en la tormentosa relación familiar y de pareja, y sobre todo en el denominado “el incidente”. Pero sobre todo, vaya por delante el consejo de disfrutar de los títulos de créditos con unas sabrosas declaraciones de los protagonistas reales en los que se constata que la realidad una vez más puede superar a la ficción.

Lo mejor: el tono desenfadado de toda la película permite asimilar, que no admitir, los malos tratos de quienes han soportado toda una vida de convivencia con este silencioso mal endémico.

Lo peor: aunque queda fuera del argumento, hubiera sido deseable contar algún detalle significativo sobre la relación y rivalidad entre ambas patinadoras.

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