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‘Isla de perros’, circunloquio canino

Atari Kobayashi es un niño de doce años, pupilo del corrupto alcalde Kobayashi. Cuando, por orden ejecutiva, todas las mascotas caninas de la ciudad de Megasaki son desterradas a la Isla Basura, Atari cruzará el río que los separa a bordo de su aeronave turbo hélice junior, emprendiendo la búsqueda en solitario de su perro guardián, Spots. Una vez allí, con la ayuda de sus nuevos amigos caninos, comenzará una odisea épica que decidirá el futuro y el destino de la mismísima Prefectura.

Wes Anderson es un niño adulto juguetón, y con gran imaginación. Además, es un cineasta apasionado, lo que se nota en cada una de sus películas. Cuando trabaja con personajes reales les otorga un cierto matiz de animación, y cuando anima muñecos en sus historias les confiere un halo extremadamente humano. ‘Life Aquatic’ o ‘El gran hotel Budapest’ pueden servir de ejemplo para la primera opción. ‘Fantástico Sr. Fox’ o la película que ahora nos ocupa, son claras muestras de esta segunda precisión.

‘Isla de perros’ se desarrolla en ese fabuloso y tan complicado mundo de la animación stop-motion, en el que prevalece la artesanía animada a la hora de contar la historia. Si además añadimos una contextualización oriental, parecerá que estamos muy cerca de ‘Kubo y las dos cuerdas mágicas’ de Travis Knight. Pero nada más contrario, ya que el propio estilo tan característico de su director, Wes Anderson, es el que marca una producción para mayores con espíritu joven. Y al contrario que en la mayor parte de las películas infantiles (donde los mayores suelen llevar a los más pequeños), su público puede acudir acompañado por jóvenes espectadores más cercanos a la franja adolescente.

‘Isla de perros’ viene a ser una película muy épica. Narrada en episodios y con anotaciones a pie de película. El valor de su protagonista humano está muy por encima del sufrimiento. El protagonista canino es un ser marginal, que disfruta de la compañía de su pequeña pandilla en un mundo sin reglas, pero que rechaza cualquier vínculo humano por mera desconfianza.

Es la historia de un perro asilvestrado que llega a ser el mejor amigo de su amo y un niño domesticado que logra ser el mejor amigo de ese perro. El principal ingrediente es el honor, seguido de la integridad y la tenacidad para conseguir rendir un magnífico homenaje a clásicos orientales de los que Kurosawa es su principal valedor. Crimen y corrupción frente a humanidad y honestidad.

Wes Anderson guioniza esta historia extraída de las ideas conjuntas entre él mismo, Roman Coppola, Jason Schartzman y Kunichi Nomura. Se rodea de sus clásicos habituales a los que une un elenco de actores japoneses: Bryan Cranston, Koyu Rankin, Edward Norton, Bill Murray, Jeff Goldblum, Kunichi Nomura, Harvey Keitel, Liev Schreiber, F. Murray Abraham, Frances McDormand, Tilda Swinton, Anjelica Huston o Scarlett Johansson. Sin olvidar un pequeño papel para Yoko Ono.

Alexandre Desplat crea una excelente partitura con acordes de instrumentos japoneses y texturas orientales para recrear esta crítico-comedia social de deportaciones perrunas masivas y de peleas caninas extremadamente civilizadas.

‘Isla de Perros’ es una magnífica propuesta de precisión animada. Es maquinalmente ingeniosa, -como no podía ser de otra manera en las manos de Wes Anderson-, con una estética a caballo entre ‘Ciudadano Kane’, Kurosawa y cierto toque shakespeariano. Es, en definitiva, imaginativa, creativa y minuciosa, cuidando hasta el último y más insignificante detalle.

Lo mejor: la tremenda laboriosidad con que está realizada. Y la original solución a su grabación en diferentes idiomas (al menos en versión original).

Lo peor: que pueda estar relegada a los amantes incondicionales del cine de su autor.

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