Katie es una chica de 17 años quien desde su infancia vive protegida dentro de su casa debido a una extraña enfermedad: debe vivir en la oscuridad, sin recibir la más mínima cantidad de luz solar. Sin embargo, cuando el joven Charlie se cruza en su camino, la vida de Katie se transforma por completo al descubrir el amor.
De los numerosos títulos que llegan a las pantallas comerciales son muchos más los que quedan fuera del mercado cinematográfico por diferentes causas, como pueden ser la abultada programación de lo que se vende por sí mismo, la falta de distribución, o el desinterés por producciones de otros países más remotos. Por ello, cuando las ideas parecen escasear es más fácil rehacer una película de otro continente para darle salida como nuevo producto adaptado.
Ejemplo de ello es ‘Amor a medianoche’, basada en la película japonesa de Norihiro Koizumi ‘Taiyô no uta’ con un argumento similar pero desarrollo muy dispar. Su director Scott Speer proviene de la realización de clips musicales, episodios de series de terror y algún largo oscilando entre la comedia (‘Status Update’), los bailes musicales y el drama (‘Step Up Revolution’).
Siguiendo esta misma estela, ‘Amor a medianoche’ viene a ser un drama romántico juvenil en el que aprovecha el tirón inicial de sus actores protagonistas, Bella Thorne y Patrick Schwarzenegger, en la gran pantalla junto al más veterano actor de comedia Rob Riggle en un rol un tanto más serio.
Este último es un padre viudo completamente volcado en la educación de su hija única y princesa del hogar que padece la extraña enfermedad de la xerodermia pigmentaria capaz de desarrollar cáncer de piel por su exposición al sol.
Bella Thorne, curtida por los bailes y canciones de la factoría Disney Channel, representa la encarnación actual de la Cenicienta “vampira” ambientada en esos finales de curso preuniversitarios de fiestas, playas, hogueras y alcohol. Con sus canciones y su voz llamará la atención del joven príncipe de sus sueños adolescentes.
Patrick Schwarzenegger (descendiente como es obvio del famoso actor y político), desconocedor de las circunstancias que rodean a tan sensual voz musical, queda prendado de esta enigmática chica tan distinta al resto de las demás.
En vez de vestido mágico tenemos guitarra y voz atractiva. Cambiamos el zapato de cristal por su personal libreta de canciones. El castillo está blindado por cristales anti-ultravioleta, y el padre-rey custodia y protege a su joven princesa de cualquier peligro exterior. Hasta tiene su particular bruja adolescente versión manipuladora popular. Y no podía faltar el baile nocturno y al igual que una huida precipitada.
Con todos estos ingredientes, ‘Amor a medianoche’ resulta una película amena, emotiva y posee cierta dosis de drama aderezado con música cantada y sencilla de asimilar. Las interpretaciones son correctas y cercanas. Recordando en ciertos aspectos anteriores títulos como ‘Bajo la misma estrella’, ‘Yo, él y Raquel’, o ‘El viaje más largo’ por citar algunos ejemplos de este subgénero dramático juvenil.
Como se indica desde sus primeras líneas de guion, ‘Amor a medianoche’ es una bonita historia de “sueños recurrentes que queremos que perduren”. Pero también anima a continuar hacia adelante cuando todo parece que se pierde para siempre.
Lo mejor: que a pesar de sus trazos de sencillez y de recordar esquemas tan trillados logre atraparnos en este feliz romance.
Lo peor: la poca capacidad de sorprender con algo nuevo de este libreto tan manido, sin recurrir a elementos que sin romper la estructura aporten más a la historia.