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‘Nadie nos mira’, otra cara del cine

Insatisfecho con una relación complicada, Nico, un actor de Buenos Aires, se muda a la ciudad de Nueva York para empezar de nuevo y rodar una supuesta película. Cuando el proyecto se estanca, el muchacho se las apaña para trabajar de lo que sea con el fin de no renunciar a su sueño de actuar. Pese a su tez pálida y sus conexiones con cierta esfera privilegiada, Nico no tarda en encontrarse con los problemas que afligen al resto de inmigrantes indocumentados del país. Cuando pierda la confianza de un generoso amigo, Nico deberá enfrentarse de una vez por todas a la realidad: su vida es imperfecta y su futuro en Estados Unidos, incierto.

La promesa de una vida mejor, y la creencia de encontrar nuestro lugar perfecto en el mundo, son valores más que deseables que sin una firme voluntad quedan en una mera utopía personal.

En el caso de ‘Nadie nos mira’, se describe cómo un actor bonaerense, aprovechando su ruptura con una relación complicada, pone tierra por medio en busca del maná. Con la promesa de su intervención en una futura producción cinematográfica se instala en el anonimato de la ciudad de Nueva York.

Julia Solomonoff, su directora, describe con este buen relato el día a día de quien rompe con su pasado y tiene que salir adelante sin cuestionarse cuál es su verdadero objetivo. Sin rumbo fijo, y con una meta lo suficientemente difusa, narra cómo deambulamos dando bandazos cuando al percibir un cambio brusco de dirección optamos por la desidia personal.

Guillermo Pfening da vida, con una excelente interpretación, al actor que pasa sus días esperando a que llegue su verdadero momento. Entre tanto, cuida un bebé, pone copas en un local de moda o se encarga de supervisar, mantener y limpiar un apartamento turístico, cuando su visado ha expirado.

Es un personaje anónimo en Nueva York, cuyo ánimo parece orientarse a asegurar su supervivencia un día más. Para obtener la plata que le mantenga en pie. Y siempre con la amenaza de una posible deportación.

‘Nadie nos mira’ es una visión de esos personajes invisibles que conforman y llenan la vida de las grandes ciudades. De esas personas con las que nos cruzamos sin fijarnos, o que incluso podemos llegar a ser cuando no tenemos una clara pasión o dejamos nuestro destino en manos ajenas.

Es como vivir a salto de mata y sin ilusión, lo que puede llevar a la dejadez, a los trapicheos y a la misma autodestrucción.

En el caso de ‘Nadie nos mira’, describe con su argumento, esa otra cara del cine, la del fracaso no por la valía, sino por las circunstancias, personalizado en un actor que se convierte en una marioneta de sí mismo. Esperando el imaginario brillo de ser estrella que nunca llega, y mientras tanto “estar en coma” y no querer verlo.

En este juego de aparentar o simular lo que no se es, destaca una muy buena fotografía urbana y los atrevidos paisajes poco frecuentes desde el punto de vista cinematográfico que acompañan al personaje por la recurrida ciudad de Nueva York.

Está coproducida entre Argentina, Colombia, Brasil, Estados Unidos y España, aquí avalada por el trabajo de Isabel Coixet.

‘Nadie nos mira’ deja esa sensación de cómo la desidia puede hacernos caer y cuando creemos que llegamos al final continuar cayendo.

Lo mejor: Guillermo Pfening y su interpretación del personaje, logrando que el espectador pueda estar casi tan perdido como él mientras le acompaña en este viaje a ninguna parte

Lo peor: un argumento demasiado impreciso, aunque lo bueno de ello es que cada cual pueda extraer sus propias conclusiones.

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