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‘Mary Shelley’, romanticismo sublime

La joven Mary Wollstonecraft Godwin mantiene una ardiente y tempestuosa relación con el poeta romántico Percy Bysshe Shelley. Ambos sienten un flechazo inmediato al conocerse y ante la oposición de la familia de Mary a su noviazgo, la pareja decide huir, acompañados por la hermanastra de ella, Claire. Los altibajos en su relación se agudizan durante su estancia en la casa de Lord Byron en Ginebra y es allí donde Mary concibe la idea de Frankenstein, cuando, como juego, se propone a todos los invitados escribir una historia de fantasmas. Pero la sociedad de ese momento concede un nulo valor a las mujeres escritoras y con tan solo 18 años, Mary se verá obligada a desafiar estos prejuicios para proteger su trabajo y forjar su propia identidad.

Al igual que la protagonista de esta película, su directora Haifaa Al-Mansour (‘La bicicleta verde’), ha logrado desafiar y romper convencionalismos culturales infundida por el espíritu creativo del séptimo arte. Aunque en este caso ha tenido que filmar fuera de su país, Arabia Saudí, donde posee el triste legado de ser la primera directora en ponerse no detrás de una cámara, sino en una caravana con su monitor y walkie para dar las directrices, y no ser vista en compañía de hombres. A la humanidad le queda un largo recorrido no sólo por conseguir una supuesta paridad, sino por respetar el mérito profesional o personal, con independencia de cualesquiera sexo, creencia o raza. Sobran las palabras.

El valor de ‘Mary Shelley’ reside en revivir el romanticismo gótico para las nuevas generaciones, y qué mejor manera que centrarse en un momento concreto de la vida de la creadora de Frankenstein.

Con permiso de ‘Remando al viento’ de Gonzalo Suárez, que ya en 1988 describía el encuentro entre estas grandes figuras de la literatura británica como fueron Percy B. Shelley, Byron o Polidori, esta versión se centra en mayor medida en el personaje de Mary.

Elle Fanning confiere a su Mary Shelley un toque perturbador, romántico, cautivador y nostálgico. Perturbador por la pesadez de una vida soportando el peso de creerse culpable de la muerte de su madre tras su nacimiento. Romántica por heredar el idealismo feminista de su progenitora y la pasión del amor sin condiciones. Cautivadora por atraernos irremediablemente hacia su interpretación como ánimas absortas en sus sentimientos. Y sobre todo nostálgica, cuando al percibir su particular realidad surgen los sentimientos monstruosos que le ayudaron a crear su magnífico “Frankenstein o el moderno Prometeo”.

Animada por su padre, -interpretado con muy buen criterio por Stephen Dillane-, a encontrar “su propia voz” en el movimiento literario romántico de la época, abandonará su hogar para seguir los pasos de su enamorado Percy B. Shelley, un radical y liberal poeta que empieza a despuntar. Douglas Booth sabe dar ese toque atractivamente enigmático y canalla con modales adinerados a este personaje.

‘Mary Shelley’ es una particular revisión de la tragedia e invita a pasear por el filo entre la pasión de la vida y la enigmática muerte. Posee jóvenes y magníficas interpretaciones, una excelente fotografía y ambientación visualmente muy poéticas, y merece la pena destacar una original banda sonora con ciertos toques celtas y actuales a cargo de Amelia Warner.

La propuesta de escribir un relato a modo de distracción, y empezar a describir los monstruos del amor y de los desengaños idealistas, tuvieron su punto de encuentro en la obra más famosa de Mary Shelley, pero además supuso un punto de inflexión en su lucha por su autoría, logrando primero su publicación y sobre todo su reconocimiento.

Hay paralelismos entre el cuadro de Fussli “La pesadilla”, que también aparece en la película, y la propia ‘Mary Shelley’ de Haifaa Al-Mansour en cuanto a la angustia fantasmagórica, a los demonios sexuales y a la fascinación por lo sublime. Pero también un canto al amor y a la pasión por contar la historia de una mujer muy adelantada a su época y a sus contemporáneos.

Una interesante ironía literaria de Percy, como el desamor encarnado en el monstruo que inspiró a Mary, y de Byron como el chupa sangre que describió Polidori en “El vampiro”.

Lo mejor: la interpretación de su protagonista Elle Fanning y el conjunto de la obra de su directora Haifaa Al-Mansour.

Lo peor: que pueda quedar en un mero ensayo cinematográfico y no se sepa leer entre líneas.

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