Tres hombres casados ricos se reúnen para su juego de caza anual en el desierto. Pero esta vez, uno de ellos viene acompañado de su amante, una mujer joven y muy atractiva que despierta rápidamente el interés de los otros dos. Las cosas se complican dramáticamente para ella… Dejada por muerta en medio del infierno del desierto, la joven vuelve a la vida y el juego de caza se convierte en una venganza implacable.
En estos tiempos, por suerte, se habla mucho de la igualdad entre hombres y mujeres.
Poco a poco, con mucho esfuerzo y camino por recorrer, las sociedades occidentales están enterrando el machismo en pos de, esperemos, una igualdad de oportunidades real entre las personas, donde el sexo no sea un factor a favor, o en contra.
El cine también se ha hecho eco de esto, y cada vez son más las mujeres que se encargan de grandes proyectos, aportando una visión feminista y femenina necesaria que (sobre todo en géneros viscerales como la acción, el thriller y el terror) cambie las sexualizadas y anacrónicas caracterizaciones femeninas, hacia personajes reales complejos y contemporáneos.
Con ‘Revenge’ todo son gratas sorpresas.
En primer lugar, la dirección de la debutante (aunque experimentada) Coralie Fargeat explota en la pantalla como si llevara toda la vida dirigiendo, repleta de implacables escenas bellamente rodadas, aprovechando el ya de por sí imponente paisaje desértico para convertirlo en un personaje más que presencie la venganza de Matilda Lutz.
En segundo lugar, la ya citada protagonista, Matilda Lutz, hace gala de un feminismo incendiario y subversivo que, por otro lado, es el necesario para afrontar la venganza contra un trío de hijos de Satanás que merecen todo lo que, con contundencia y profusión de violencia, sangre y vísceras, les sucede.
Una mujer inteligente y decidida, que renace (literal y figuradamente) para impartir justicia contra aquellos que la subestiman desde su ignorante posición machirula.
Evidentemente, como cinta adscrita al subgénero ‘rape-revenge’, hay cosas que ocurren porque sí, que tienen que pasar como (rocambolescamente) pasan para que el relato avance y nos entreguemos a la orgía destructiva.
Pero lo sustantivo, lo importante, está ahí, y nos mueve, siempre posicionados (quien no lo esté, que intente superarlo cuanto antes, y se lo haga mirar) e identificados con la víctima de la agresión.
Ellos son unos cabrones, que actúan como cabrones. No vacilan, ni reculan, ni ejercitan propósito alguno de enmienda.
Estos bestias, estos mierdas, merecen sufrir para deleite del personal, a manos de una mujer poderosa que encabeza la película más estimulante que veréis en este mes de agosto… tan justito de buen cine.
Lo mejor: la dirección de Fargeat y la joven Matilda Lutz.
Lo peor: algunas cosas que pasan son absurdas.